lunes, 15 de abril de 2013

Y, bueno, seguimos vivos. En eso sí confío.



Ya que hablamos de Historia, hablemos. Pero no de los últimos 2.000 años, ni siquiera de Babilonia y Egipto. De antes, de mucho antes.
Hace 7 u 8 millones de años, el australopitecus poblaba Africa. Luego llegó el "Homo habilis" que era algo parecido al trilero que abunda en los parqués y en muchas instituciones financieras. Este homo habilis ya construía instrumentos para la caza. Posteriormente, tras el descubrimiento del fuego el homo habilis, con un cerebro mucho más desarrollado que el australopitecus, llegó a Europa y después a Asía. Posteriormente llegó, dentro de esa evolución, el "Homo sapiens". Este se caracterizaba por tener un cerebro significativamente mayor que su antecesor el "habilis" o el "erectus". Y es que el Homo sapiens, al que tengo la suerte de pertenecer, además de Inteligencia tiene Razón.
Y hoy en día nos encontramos con el hecho de que en la especie humana no todos los seres han evolucionado por igual, ni mucho menos. Y se da la situación de que son precisamente esos restos de australopitecus y habilis los que dirigen al homo sapiens, copando gobiernos y poderes económicos. Y es que la evolución humana es muy lenta. Desde Atapuerca hasta hoy han pasado 800.000 años y parece que fué ayer. Algunos se mantienen intactos como entonces y son totalmente incapaces por sí solos de superar ese eslabón que les falta en la cadena evolutiva.
¿Cuántos cientos de miles de años hacen falta para que den ese paso? Si fuesen "sapiens" les bastaría 20 minutos de reflexión para comprender que el futuro de la Humanidad no puede basarse, en ningún caso, en la codicia, la avaricia y la explotación del hombre por el hombre, pero como son “habilis” tardarán millones de años en comprenderlo. Antes llegará un meteorito e iremos todos al carajo que ellos comprenderán ésto.
‘voto, s. Instrumento y símbolo del poder de un hombre libre para quedar como un necio y arruinar su país’
Ambose Bierce, ‘El diccionario del diablo’

Reinterpretando la letra del tango ‘Fumando espero’ de Félix Garzo, podríamos decir: votar es un placer / genial, sensual.
Pero el voto, como el fumar o el beber, es un vicio que hay que combatir en aras de conseguir una sociedad verdaderamente libre.
Se acusa a quien no vota de todo: que si antisistema, que si alborotador, que si piojoso, que si inconsciente, que si cabeza hueca, que si reaccionario (los comunísticos de pureza intachable son muy aficionados a la última definición).

El voto y todo lo que conlleva se ha convertido en un dogma de fe, y quien no vota no tiene derecho a quejarse. Sin embargo, precisamente el que no participa en el Gran Circo de la Democracia, es quien más derecho tiene a quejarse; pero votar (una opción tan válida como la abstención) significa, de facto, aceptar el juego que las democracias capitalistas han impuesto. Porque, amiguitos, no es lo mismo votar en libertad que votar en ese divertido simulacro de libertad que llaman democracia.

Se nos acusa a los que no votamos de ingenuos, de utópicos de no tener los pies en el suelo (y posiblemente todo eso es cierto), pero muchos comunísticos radicales se animan y animan a votar creyendo que su ideal podrá triunfar. ¡Ingenuos! ¿Qué pasó en la Italia de los años 70 con el PCI?

Con los medios de formación de masas (los mal llamados medios de comunicación), con la banca, la Iglesia, los colegios privados y concertados, los sindicatos domesticados, el ejército, la policía, la monarquía rampante, y un pueblo ignorante, temeroso y desinformado, es prácticamente imposible que una opción de izquierdas consiga mayoría en una democracia capitalista avanzada. 

En tales circunstancias, la abstención es una estrategia de lucha (de no colaboración) tan válida como el voto (y, desgraciadamente, igual de inútil).


Pronóstico personal para las próximas elecciones generales:

PP. Mayoría (no absoluta) con pérdida notable de votos.
PSOE. Pierde bastantes votos, pero no desaparece del panorama político.
IU. Significativo avance, pero todavía insuficiente para presionar al PSOE.
Partidos de extrema izquierda y/o comunísticos. Representación irrelevante o nula.
Felipe VI ya es el nuevo y flamante Rey de España. El pueblo lo adora.
Hombre, confianza, lo que se dice confianza, más bien poca. Pero lo prefiero, visto lo que da de sí una confianza total, ciega: fanatismos, intolerancias, justificaciones de lo injustificable, seguidismo acrítico, o apatía social, bien porque ya están los ‘míos’, bien porque ‘los míos’ estarán.

Y a pesar de que no se puede, por ejemplo, estar un poquito embarazada/o en cambio sí que se puede estar un poquito confiado en que la gente sencilla, llana y trabajadora seremos capaces de transformar esta mierda de sociedad en algo mejor, cualitativamente hablando. Aunque me eche a los demonios, a veces, aunque me descorazone cuando la sumisión sigue al miedo en lugar de incitar a la rebelión, todo hay que decirlo. Pero entonces es cuando recuerdo aquella frase gramsciana (el auténtico, eh) que dice que frente al pesimismo de la inteligencia (que yo traduzco también como la visión de la ‘realidad’, que no suele ser para echar cohetes) existe el optimismo de la voluntad. Si además esta voluntad se colectiviza, pues ese espacio que ganamos en el camino hacia el horizonte, que dice Galeano, creo.

En cuanto al voto, me reafirmo en que es algo en lo que puedes depositar cierta confianza siempre que (en mayúsculas) vaya acompañado de ‘movimiento social’. Como he dicho en otras ocasiones, ni sacralizo ni demonizo el voto. Depende, que decía Jarabe de Palo.

Porque soy de la opinión de que no hay mayor engaño que el que nos han colado para que veamos como el ‘súmmum de la democracia’ el acto individual, aislado y pautado de introducir un papelillo ya impreso en una urna. Una vez cada cuatro años montan la ‘fiesta de la democracia’, y el resto del tiempo o eres un ‘nazi’ o quieres ir demasiado deprisa. Son tantas las limitaciones que rodean esa acción simple de votar que, sin un marco democrático que desarrolle y ampare la toma de decisiones por ‘el pueblo’), lo usan con delectación (e inutilidad) tanto tiranuelos con pretensiones como los autodenominados estadistas de tres al cuarto, que son el resto de gobernantes, en general. 

Y, bueno, seguimos vivos. En eso sí confío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario