Hay que ocultar a los
pobres para que Madrid no parezca lo que es. ... Albert Rivera subiendo el pan
y Espe echando a los pobres de la plaza.
Ya que no hay forma
humana, ni inhumana, de impedir el agravio de la pobreza, nos estamos dedicando
a procurar que los pobres sean invisibles. La propuesta de que los menesterosos
sean transparentes tendrá éxito, sin duda. Siempre han sido un reproche. En tiempos
conseguían que nos remordiera la conciencia, que siempre ha sido de largas
digestiones, a los que solíamos dar limosna a horas fijas, preferentemente
después de misa de doce. Yo, sin ir más lejos, he participado en aquellas
inolvidables mañanas líricas que inventó en su teatro Lara de Madrid quien, por
cierto, era la persona más generosa que he conocido en mi larga vida. A Conrado
Blanco le gustaba compartir. Sabía por supuesto que los desharrapados existen,
pero prefería no frecuentarlos de cerca. Citaba a los poetas de 'alforjas'
después de misa de doce, como si todos fuéramos a misa en aquellos tiempos del
nacionalcatolicismo, que abundaban en descreídos, que éramos al mismo tiempo
genuflexos dominicales. Eran otras épocas, en la creencia de que no sean la
misma.
Lo mejor que se puede
hacer con los pobres es no mirarles a la cara, no se vaya a correr el riesgo de
que se nos caiga de vergüenza. Representan una acusación y por eso el gran
Federico García Lorca, que era un genio de verdad, llegó a ver a los pobres
como si estuvieran hechos de otra sustancia, «como los animales», dicho en sus
propias, misericordiosas palabras.
El desagrado que
produce contemplar la miseria intenta atenuarlo Esperanza Aguirre, que dice que
hay que echar de la calle a las personas sin techo. Hay que procurar que no las
veamos. Podemos evitar su presencia, pero no su condición. Solo hay un
procedimiento para impedir que no nos pidan limosna por la calle, excluido el
de no salir de casa: es evitar que los que no tienen techo
salgan a la puñetera calle. Corazón que no siente no es un corazón.
Con tanto mendigo la
Espe podría organizar los Juegos del Hambre. Es lo más cerca que estaría Madrid
de unos JJOO”
Cuando algo molesta,
en lugar de arreglarlo, lo mejor que se puede hacer es eliminarlo. Es lo que
parecen pensar en el PP. Ya lo hicieron con las imputaciones, cambiando su
denominación en lugar de eliminar del partido a todos los imputados como
muestra de estar contra la corrupción. Ahora hay investigados, y hasta que los
ciudadanos nos acostumbremos a esta nomenclatura, pasarán años. Esperanza
Aguirre pretende hacer lo mismo pero con las personas que viven en las calles
de Madrid. Va a realizar un profundo estudio de por qué “está permitido vivir
en la calle”. Según sus propias palabras, “antes venía el Samur Social y se
limpiaba toda la zona”. Es decir, para no ver la miseria, lo mejor es barrer
las calles de aquellos que han tenido la mala suerte de caer en desgracia y no
tienen dónde vivir. ¿Cree la señora Aguirre que están en la calle por gusto?
Tal vez no sepa que muchos son víctimas de las políticas restrictivas y de
recortes impuestas por su partido. Su intención no viene de un interés social,
sino por un interés económico: no vayan a ver los turistas la realidad en la
que nos ha metido Rajoy y su equipo. En lugar de preocuparse por eliminarlos de
la vista de todos, debería preocuparse por cambiar sus condiciones de vida.
¿Alguien piensa que se
pueden afrontar unas elecciones con el punto de mira puesto en si hay
catástrofe o no en el PP o en el PSOE? La respuesta es sí, para aquellas
personas (y son muchas) para las que la cantidad de votos prima frente a la
calidad de las propuestas que puedan aparecer en un programa electoral
determinado. ¿Qué candidatos y de qué partido explican sus programas
electorales y ofrecen soluciones válidas a la ciudadanía que se siente
impotente, despreciada, ninguneada por la clase política? ¿Qué espacios de
diálogo, no de enfrentamiento, han planificado quienes aparecen como
responsables de las campañas? ¿Dónde se nos sitúa a la ciudadanía, en quienes
repercutirán, en definitiva, las decisiones tomadas por nuestros futuros
representantes? ¿A alguien le interesa mi voto? A quien le interese que me
hable de responsabilidad política, de servicio sin fisuras a la ciudadanía, de
honestidad, de gestión transparente sin opacidad alguna, de respeto a todas las
personas, de entrega a la más hermosa de las actividades: la labor incansable
por el bien común, es decir, la labor política.
Ya vale de trepas
insaciables, de vividores a cuenta de nuestros impuestos, de ladrones sin
medida. Ya vale de ausencia de valores en el ámbito de la política. Ya vale de
abusar de nuestra indefensión. Ya vale de personas irresponsables, repetidoras
hasta la saciedad, que aparecen de nuevo como candidatos.
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