miércoles, 7 de noviembre de 2012

Gracias por ayudarnos a perder; El triste color de la crisis


Cuando explote la crisis, en China, India, Brasil...

La España antes boyante naufraga sin ser consciente de cómo ha podido ser La falta de horizontes extiende el desánimo en la sociedad El temor es que el declive apenas haya empezado

... ¿Y cómo pudo ocurrir aquello señorita? ¿Como es que la mayoría de las personas se quedaban en sus casas mientras unos pocos destruían las vidas de la inmensa mayoría? -En realidad nadie lo sabe... se ha investigado mucho sobre el asunto y apenas se han encontrado escritos No tenemos noticia de quienes fueron los culpables... ni tan siquiera de sus nombres, ni de qué fue de ellos. Suponemos que poco antes del colapso, alguien se ocupó de destruir cualquier escrito, cualquier información que pudiera darnos pistas sobre el paradero de los responsables. -Entonces... si no sabemos nada... podría ser que incluso ya muy viejos, aquellos malvados llegaran a sobrevivir al caos y aún estuvieran entre nosotros. -No, mis queridos niños... creo que podéis dormir tranquilos... las instituciones velan día y noche por vuestro bienestar y vuestro futuro... como todos sabéis, venerables familias de sabios nos protegen de todo mal... ya todos conocéis sus nombres... los Aznar, los Aguirre, los Saez de Santamaria, los Urdandarín, los Zapatero...
 
Crisis no es lo mismo que desolación. Crisis no es lo mismo que demolición. Crisis no es lo mismo que pobreza, enfermedad, humillación y muerte. Lo que esta Gran Crisis causa, sin embargo, con su comportamiento es un horrendo castigo que si ha tomado primero en sus fauces a los países del sur de Europa no ha terminado su devoración. Más que eso, según Huw Pill (¿píldora venenosa?) de la plantilla de Goldman Sach, el asunto no ha hecho —para España— más que empezar. ¿Acabar con la crisis, el paro, el empobrecimiento, la desesperación? Si la sevicia no ha hecho más que empezar a salivar ¿cómo será su vómito cuando se atragante?
Nadie lo sabe. Y aquí ha radicado durante estos años, faltos de luces, la tenebrosidad de la situación. Y su pesadilla. Porque en tanto se ha podido culpar a la codicia humana, a la desalmada conciencia de los banqueros, a las malditas ratas de las agencias de rating o a la incompetencia de los políticos la plaga de los crímenes de lesa humanidad, nos manteníamos en actitud vengativa, tan excitante que movía al saqueo o la subversión.
Pero ni siquiera los movimientos callejeros de revuelta han llegado ser demasiado enérgicos: ni incendiarios, ni incontrolados, ni saboteadores (Rayo Vallecano aparte). Las protestas contra los recortes en Grecia, Portugal, en España o Gran Bretaña, han brotado como fuegos fatuos. Bengalas del malestar, fumarolas de las fuertes heridas sufridas, pero nada equivalentes a quemar a los malditos ("que no nos representan") en la hoguera y a sus instituciones también.
Al cabo se ha llegado a un punto dominical en que los políticos siguen celebrando sus votos, sus langostinos, sus verbenas y nada puede esperarse de gentes que siendo prácticamente las mismas, unas han ganado mayoría y otras incluso las han perdido ya.
¿Entonces? ¿En quién confiar? ¿A qué esperar?
Por unos u otros medios, esta Gran Crisis posee el carácter natural de una hecatombe. O aún peor, los atributos de alguna catástrofe sobrenatural enviada sin razón, sin proporción, sin plazo de duración o alivio. De este modo, las víctimas han sido más que ciudadanos superexplotados de carnes al grill, cuerpos sometidos a una incompresible ley del Sistema que como un Dios sin seso (ni sexo) envió primero una oleada de fuego especulativo, luego otra marea de deuda ardiente y luego otra de fulgurante deuda soberana.
O, finalmente, por contraposición, un enfriamiento absoluto del ánimo y, por momentos, una rendición de los seres humanos a la perdición termal. ¿Será Angela Merkel el anticristo flamante? ¿Será Alemania la serpiente que recobra su aire de dragón histórico y capitanea un nuevo Holocausto interracial? No sería del todo extraño puesto que la historia profética del Apocalipsis lleva a ciudades malditas como Babilonia y de Anticristos que se encarnan en los mismos papas, como figuras perversas de la máxima santidad.
Pero ni siquiera esta narración de tremendo videojuego parece verosímil. Demasiado simple para entusiasmar, carente de intriga suficiente, falta de código cifrado y ausente de guerreros sagaces en busca del Santo Grial.
Pero, entonces, ¿qué es esto que pasa? ¿Asistimos a una representación del fin de los tiempos y seguimos contando como incautos las fechas de las cumbres, los días del rescate o los números de los institutos de medición? El Credit Suisse, un supuesto ángel incontaminado, ha calculado que las familias españolas han perdido casi un 20% de su riqueza efectiva en los últimos seis años. En ese número del diablo (6 años o 666) la boyante España de los ochenta naufraga y todavía no es consciente de cómo ha podido ser.
Ni siquiera los premios Nobel, Stiglitz o Krugman, alcanzan a diagnosticar con determinación las causas y los remedios. Y si de la enfermedad no se conoce sus componentes ¿cómo componer el remedio que neutralice la toxicidad?
De este modo, día tras día, mientras los políticos demoran sus acciones o las cumbres se derriten sin afrontar el Mal, la población se sume en un desánimo que, de un lado, representa a aquellos que se queman a lo bonzo ante los edificios oficiales. Pero también a los millones de familias (unos 13 millones de personas en España ahora) que de ser clase media o casi media han devenido en el cero de la sociedad.
Hace ochenta años, Keynes calculaba que para esta época la economía habría resuelto el problema de los ciclos y se dirigía a procurar un bienestar donde bastaría con trabajar tres horas. No iba si se quiere descaminado del todo. No habrá bienestar pero vamos camino de trabajar cero horas. Un desiderátum de esta coordenada que hoy se acompaña con la asíntota de la inanidad.
No trabajamos más, trabajamos menos. No trabajamos menos para vivir mejor sino que no hay trabajo para procurar que vivamos felizmente menos.
¿Triunfo pues del capitalismo rampante y rapaz? Triunfo funeral del capitalismo que extrayendo la médula de los obreros ha venido a convertirlos, uno a uno, en disecaciones de su misma figuración. Capitalismo taxidermista que en su maniobra de expolio termina, curiosamente, a su vez expoliándose a sí mismo y condenándose a la exfoliación total.
China espera a estallar con su burbuja inmobiliaria y tras ella los demás países emergentes desde la India a Brasil. Todo será una cuestión de tiempo, biológico y vegetal. De apenas un nuevo año chino y de una media docena para todos los demás.
Con ello el horizonte quedará allanado y deshabitado al modo de la historia que se cuenta en el cine de Yo soy leyenda. Siendo, además, en el caso de la leyenda de Richard Matheson, la leyenda intuida del mundo que nos parió.
Y nos mató. Segundo pilar, pues, del Apocalipsis de San Juan. No es una u otra circunstancia envenenada la que presagia el advenimiento de nuestro Gran Dolor. "Y del humo del pozo / Salieron langostas de la tierra / Y se les dio potestad. / Como los escorpiones de la tierra / prohibido les fue que dañasen la gramilla de la tierra / Y todo lo verde / y ningún árbol, Sino sólo a los hombres / Que no tienen el sello de Dios / sobre las frentes". Esto exclama el Apocalipsis de San Juan.
El corazón de Dios parece harto de la turbadora vida de los hombres y de este modo no quiere salvarlos del terrible Juicio Final. Sólo los árboles y la gramilla (¿la gallina, incluso?) le interesan, tal como los benditos ecologistas de tan buen corazón.
Porque ¿será cierto que el hombre ha pecado imperdonablemente contra el divino Cordero? Claro que no. Durante años el ciudadano consumidor no hizo otra cosa que cumplir con el comunitario mandamiento del consumo. Gracias a su consumo o su gasto en el hiperconsumo nacieron empresas y puestos de trabajo no sólo en Occidente sino en Oriente. Emergieron países, islas ahumadas, desde los fondos de la miseria y el mundo se creyó en la senda de una proeza planetaria que transportaba emigrantes del sur al norte y de la prostitución tailandesa a las factorías de seda estampada en los alrededores de Milán. Y viceversa.
Una gran kermés internacional, cargada de robos, droga y asesinatos múltiples, de tráfico de niños, de mujeres y órganos palpitantes, convirtió el mundo en una algarabía desarrollista que, con su pedrería de pecados, no dejó a casi nadie indiferente. Eso era el Progreso. Desequilibrado, delirante, especulativo y demencial fue el Progreso de la Postmodernidad. ¿Fue esta la neurótica causa de la crisis? Para que lo fuera realmente era necesario la locura contra un Dios. ¿Estaría dispuesto el mundo para esta blasfemia con carácter del Medievo? Claro que no.
El estallido de la burbuja financiera o de cualquier burbuja lasciva nacía de la extrema fermentación y la Humanidad no habría sido sino la levadura necesaria de un nuevo mundo que muchos empezaban a gustar y pronosticar. La riqueza se extendería por el planeta, los indios tendrían su Bollywood, los chinos su Sanghay Café y los brasileños su Maracaná universal. El fin de un tiempo viejo, el tiempo obsoleto del siglo XX se reemplazaba por el blanco resplandor del siglo XXI, sin gulags, sin guerras frías, sin amenazas atómicas, sin petróleo y sin C02.
Pero ¿habrá una guerra forjándose ya? En Irán, en Siria, en las Coreas, en China y en Japón. La Gran Depresión de 1929 halló su milagroso remedio en la Segunda Guerra Mundial. Allí murieron 60 millones de personas que podrían haber sido población desempleada y, por añadidura, las empresas envejecidas y sus gastados puestos de trabajo obtuvieron la oportunidad de sanearse con la última generación del marketing y la maquinaria nueva. ¿Será hoy precisa una nueva Gran Guerra para que la hormona capitalista pueda sobrevivir?
O bien ¿es concebible, de otro lado, una salvación absoluta del estrago actual que ya ha hundido a cientos de miles de empresas y hasta el alma empresarial de nuestra economía vigente?
Porque ¿el Estado? ¿Quién puede seguir esperando algo de este demacrado Leviatán? Si hay una criatura emponzoñada por el desastre esta es, en primer lugar, la política estatal y sus carcomidos comportamientos. Y, sin política saludable o son-rosada ¿Cómo esperar la curación?
De toda la maldad de esta Gran Crisis pueden ser excluidos los obreros, los curas, los maestros y los auxiliares de enfermería. En el corazón de las tinieblas de esta formidable Crisis anida como el peor gusano la corrupción política y de cuya apestosa secreción ha sido apestada toda una sociedad de líderes partidistas, peores que los robbers baron, peores que las Cuatro Fieras que el Ángel del Apocalipsis explica como "Poderes Políticos". El León con alas de águila que evoca el Paganismo. El oso devorador de muchas carnes que anda con tres huesos en la boca. El Leopardo con cuatro cabezas y cuatro alas. La Fiera con pies de hierro de la que surge el Anticristo.
Puede esperarse que todo esto que ocurre para la ruina de los seres humanos provenga de un más allá. Razón esotérica que viene a cebarse en nosotros como acaso en otros planetas de los que no tenemos noticia ni rastro de PIB. Puede ser que esta etapa se inscriba en el proceso, no siempre dulce, de la Humanidad y que su parte más hostil se represente ahora. Puede ser. Pero ¿quién podría olvidar que unos se enriquecen a la vez que otros se despeñan en la indigencia? ¿Quién podría olvidar que las diferencias de renta han pasado de ser entre lo más alto a lo más bajo de 16 veces a 300 y a veces a 3.000?
No se trata sólo de una insufrible y gigantesca injusticia. Se trata sencillamente de una monstruosidad. Tan importante que decide el destino de los humildes, humilla su personalidad, descompone sus amores y sus familias, les condena como perros a comer de los contenedores y a vivir en chamizos en las faldas de la ciudad maldita. Esa Babilonia del Apocalipsis que han levantado los asalariados urbanistas de Tongzhou, Dublín, Seseña o Guardamar.
Los preppers o adeptos al prepping (preparación) forman un movimiento que se prepara para el colapso de la civilización occidental y ya encuadran a tres millones de personas, por lo menos. Todos ellos aprenden a cultivar judías o nabos, a elaborar pan, criar gallinas o confeccionar mermeladas, tejerse un suéter o hacer funcionar un motor con aceite de cocina. Todos ellos alertados por el inexorable fin de esta civilización.
De hecho, como enseña el Apocalipsis, no esperan una catástrofe a plazo fijo. Simplemente ven que esto va indefectiblemente de mal en peor. Viven pues para y por la catástrofe que, de ser tenida por un hecho extraordinario, se ha instalado como una "normalidad".
Huyen de las ciudades habitadas por zombis desocupados y del Gobierno de la nación colonizados (incubados) por las elites del dinero. La fantasía del aislamiento comunitario descrita por Night Shyamalan con la película The Village (2004) tiene su continuidad en el film 2012 de Roland Emmerich o The Road, con la ventaja de que ya no dan qué pensar.
Los prepper no esperan nada de la civilización una vez que ha tomado estos derroteros denigrantes. En suma, no esperan nada del capitalismo ni del postcapitalismo, ni del capitalismo rosa o a la violeta. Todo ha quedado impregnado de un verdoso color que, como un moho, cae sobre la felicidad de los habitantes humanos, tan afectados por sus empleos precarios como por la subestimación del paro y la ferocidad de la desigualdad creciente, ardiendo como una zarza de cruel e injusta abnegación fatal.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Europa, Europa... ¿Qué va a ser de ti?

Los nacidos antes de 1980 recordamos claramente como los mapas escolares que colgaban de las aulas se parecían bastante a este que reproduzco aquí y que representa la división de Europa que había emanado de la segunda Guerra mundial, allá por 1945. Este mapa pegó un cambio espectacular durante los primeros años de la década de los noventa.
Aparecieron países por toda Europa y también en Asia central.... Países (con sus capitales) que posteriormente habríamos de memorizar, maldiciendo a Gorbachov por parecernos el responsable del desaguisado originado tras la desaparición de la Unión Soviética.
Para hacernos una idea de lo que esto supuso, baste decir que, entre 1979 y 1990, en 12 años,  aparecieron en el planeta 11 nuevos países casi todos ellos pequeños, principalmente en el Caribe y en el Pacifico Sur, y casi todos ellos ya tenían existencia previa, bajo el protectorado de alguna potencia colonial.
Así, nacieron en 1979 Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas en el Caribe y  Kiribati (en parte, como Tuvalu desde 1978) en el Pacifico Sur.
En 1980 la Nuevas Hébridas, cansadas del condominio franco-britanico, alcanzaron la independencia con el nombre de Vanuatu.
También, ese trozo de Guatemala que estaba bajo dominio británico, consiguió los suficientes apoyos para declarar su independencia con el nombre de Belice en 1981; al igual que los estados caribeños de Antigua y Barbuda (en 1981) y San Cristóbal y Nieves (en 1983). Por el contrario la isla de Anguila sigue siendo actualmente territorio británico.
El sultán de Brunei (en el norte de la isla de Borneo) no tenía la menor prisa por dejar de depender del Reino Unido como Estado Libre Asociado, pero los británicos finalmente decidieron independizar el país a partir del 1 de enero de 1984.
También en Micronesia,  las Islas Marshall y los Estados Federados de Micronesia accedieron a la independencia en 1986, para firmar acto seguido un tratado de Libre Asociación con los EE.UU
El último y la excepción (no es insular, no es pequeño, ni esta en el Caribe ni el Pacifico) es Namibia que alcanza su independencia en 1990. Era un territorio administrado por Sudafrica desde el final de la I Guerra Mundial y, en los años 60 había aparecido una guerrilla independentista (SWAPO) que fue apoyada por Angola y Cuba, originando enfrentamientos durante 25 años, hasta que en  1988 se firmó un acuerdo de paz que permitiría elecciones libres en 1989 y la independencia un año después.
Desde 1990.... 24 nuevos estados en Europa
Después de esto viene lo increíble, entre marzo de 1990 a diciembre de 1991, en un año y nueve meses, nacieron 18 nuevos países. Meses pródigos en nacimientos de nuevas naciones e independencias variadas. Las hubo traumáticas, sencillas, con guerras, pactadas de antemano, inevitables… de todo. Los desmembramientos de la Unión Soviética y de Yugoslavia (mucho más traumático el segundo que el primero) hicieron brotar los países como setas. Para los escolares de la época, eso supuso que la cosa no era “Unión Soviética capital Moscú y Yugoslavia capital Belgrado”, sino que de repente aparecían ciudades impronunciables como Dushanbé, Chisinau, Erevan o Bishkek, capitales de países en ocasiones no sólo impronunciables sino completamente intercambiables unos con otros. Nunca se si Azerbaiyán es mayor o mas pequeño que Kazajistán, ni tengo la idea muy clara de donde esta Georgia.
He preparado un collage de banderas y nombres originales de los países en cuestión....
Y también debo reconocer que, en este mismo período, desaparecieron 2: la URSS y la República Democrática Alemana.
La cosa no paro ahí: La extinción de la Unión Soviética todavía daría para varias naciones más, Checolosvaquia se partiría en dos y la antigua Yugoslavia sería troceada en más pedazos:
Así nacieron en 1992 y 93 Bosnia y Herzegovina; Eslovaquia y la República Checa. Y tras un periodo de tranquilidad nacen Montenegro y Serbia en 2006 y Kosovo y Osetia del Sur en 2008.
Por el camino ha desaparecido Checoslovaquia y Yugoslavia y han nacido y desaparecido "Serbia y Montenegro" (que estuvieron unidas entre 2003 y 2006) y Krajina (como republica de los serbios de Croacia que duró sin reconocimiento internacional de 1991 a 1998) y aun existe una organización (la CEI) para la cooperación económica, defensa y relaciones internacionales entre sus 10 estados-miembros, todos ellos antiguas republicas soviéticas.
Hay que reconocer que en estos últimos años han continuado apareciendo países fuera de Europa: Eritrea (1993, Africa), Palaos (1994, Pacifico) y Timor Oriental (2002, Pacifico). Pero la diferencia vuelve a ser sustancial 6 en Europa frente a 3 en el resto del planeta.
En resumen, en el área de Europa mas la antigua Unión Soviética han aparecido en estos 20 años nada menos que 25 nuevos países y han desaparecido 4. En el mismo periodo, en el resto del mundo, han aparecido 4, si a los tres anteriores le añadimos Namibia, para que sean periodos iguales.
¿Fomentando el odio?
Algo pasa. Me viene a la mente la frase de dudoso origen atribuida al dictador y emperador romano Julio César Divide et impera”,  que solemos traducir por "Divide y vencerás" y que resume la estrategia con la que no sé quién ni con qué objeto pretende debilitar Europa. El plan consiste en indisponernos a los unos contra los otros. Enfrentando a distintos colectivos, en base a una “nacionalidad” o echando a la sociedad en general encima de algún grupo en particular. Vale aquí cualquier razón, la economía, la lengua, la religión..... En resumen el odio contra el vecino. Sobran ejemplos de ello,  en que se calienta la lucha de clases, al igual que la de ricos contra pobres, ateos contra creyentes, cristianos contra musulmanes,  hablantes de una lengua frente a parlantes de otra que suena casi igual, y un largo etcétera que acabará en el todos contra todos si no le ponemos remedio.
Nuevas banderas... ¿Nuevos estados?
En estos últimos tiempos lo he visto y lo he sentido. En Croacia, en Flandes, en la Padania y ahora parece que lo empiezo a ver y a sentir en España. No se trata de buscar una independencia. No. Se está tratando de generar odio contra el vecino. Porque es mas pobre, porque es mas cruel, porque lo que se nos pueda ocurrir para despertar los mas bajos instintos de cada humano en beneficio de unas elites políticas que lo único que pretenden es el enriquecimiento propio. El convertir a Europa en un conglomerado de pequeños reinos de taifas, pequeños países enfrentados unos con otros incapaces de buscar soluciones y de emprender proyectos comunes. Generando infinidad de puestos innecesarios para ser ocupados por ellos mismos. Con eso 25 nuevos países, no cabe ninguna duda que hemos creado 25 nuevos puestos de “presidente” y no sé cuántos de “ministro”, “secretario”, “director”, etc.   Pero ¿Cómo es posible que no nos demos cuenta?
Imagen del conflicto serbo-croata
Como dice mi amigo Luis “Los nacionalismos pueden resumirse como colectivos que quieren para ellos lo que no quieren para mi”. Y eso a mi no me gusta.
También podríamos decir que no son mas que construcciones de intereses aprovechando sentimientos de pertenencia a un lugar, a una cultura, a una religión... que consiste en el afán de unos cuantos en querer tener cada vez más poder en un lugar cada vez menos poderoso: en otras palabras, personas que quieren mandar cada vez más sobre cada vez menos.
En todo caso, no quiero que se entienda esta reflexión como algo escrito contra los “nacionalismos separatistas”. No solo. Me parecen igual de empobrecedores los nacionalismos alemán, francés o español....Hay 40 regiones en Europa  que reclaman su independencia en plena crisis del modelo europeo y en el auge del euroescepticismo, ¿estamos ante una Europa cada vez más fragmentada, o cada vez más plural?, ¿Debemos repasar el cómo, el cuando y el por qué de estas nuevas naciones?

Reivindicando a Schuman y a Monnet...
Monnet y Schuman
Jean Monnet elaboró y puso en acción las ideas y Robert Schuman desarrolló el Plan y se lo envío a Adenauer. ¡Cómo crecen las figuras de estos personajes cuando se las pone junto a nuestros actuales dirigentes!

Bajo este impulso, el 20 de junio de 1950 (y quiero señalar completa la fecha porque me parece histórica) se abrió en París la conferencia de los seis países que habían aprobado el plan Schuman. Era la primera vez en la Historia que estados miembros de una misma organización atribuían ciertas competencias o derechos propios de la soberanía a un órgano común: 'Estamos aquí para culminar una obra común, no para negociar ventajas, sino para buscar nuestra ventaja en la ventaja común', dijo aquel día Jean Monnet que fue el encargado de dirigir los trabajos de los asistentes a  la conferencia..
Caricatura de los años 50.
Traduzco National Jealouses: Celos Nacionales
En mayo de 1955, Monnet anuncia sus planes: Crear un Comité de Acción a favor de los Estados Unidos de Europa, integrado por representantes de sindicatos y de partidos políticos, comprometidos a trabajar por la consecución del objetivo encarnado en el propio nombre del Comité y preconizado por la declaración de Robert Schuman del 9 de mayo de 1950 y el preámbulo del tratado de París. El Comité ve la luz el 13 de octubre de 1955.
En 1975, a los 87 años de edad, Monnet decide disolver el Comité de Acción para los Estados Unidos de Europa, advirtiendo que “la Comunidad que hemos creado no es un fin en sí misma”.
Monnet vivió esta tarea con pasión y con optimismo: tiene 67 años cuando la comienza y 87 cuando le pone término, feliz de haberse podido consagrar a su mayor tarea: La reconciliación de los europeos. Como dijo Paul Valéry: “Pocos hombres, en definitiva, han tenido tan poco poder y tanta influencia tan duradera”. Y yo echo de menos dirigentes con pasión por sus ideales.
Y es ahora cuando entregan a la Unión Europea el Nobel de la Paz. Ahora que parece que lo que se fomenta es el odio entre vecinos y que se olvida el espíritu integrador de Monnet y Schuman.
Lo que decía Julio Cesar, pero mas castizo.... Muchos pequeños y cabreados. Así es como creo que alguien nos quiere ver.
Me queda desear que los esfuerzos de Monnet y Schumann que han traído a Europa uno de los periodos mas fértiles y en paz de su larga historia no hayan sido baldíos. Mi deseo sería que en estos momentos hubiera líderes como Schuman y Monnet, capaces de llevar a cabo lo que ellos soñaron: una Europa unida.
 Y termino con una historia gráfica alusiva... para reflexionar: