jueves, 9 de agosto de 2012

Nuevas historias de Pepe Amable en la tierra del Obispo de Hipona.



Hace un par de meses ya les hablé de nuestro amigo. Las cosas no han mejorado para él. Sigue en el paro sin subsidio de ningún tipo. Se acercó (con mucha vergüenza) a los servicios sociales municipales para solicitar una ayuda en forma de comida. Así algo aportaría a casa de su hermano. Le derivaron a la sede local del Partido Popular, donde una entidad repartía alimentos. Cuando llegó allí, tras pedirle multitud de documentos que ya había entregado a la trabajadora social, le "sugirieron" que diese un donativo para la organización. A Pepe aquello le pareció un chantaje de la peor especie, pero claudicó. Mientras esperaba pensó en que hubiese dicho el autor de "España, aparta de mí este cáliz" del uso de semejantes artimañas en su nombre. Y, tras un largo rato le llegó el turno. Un caballero muy atildado le entregó su lote casi sin mirarle. Algo de arroz, garbanzos, latas de pescado y leche. Cuando llegó a casa se encontró a su hermano, que ha perdido su trabajo y no alcanzó al plazo para el subsidio. Su cuñada está ahora limpiando escaleras "en negro" (no hay otra manera). Tras revisar la bolsa, se encontraron con que la leche estaba caducada y su hermano le chorreó de lo lindo. Los ánimos estaban muy caldeados últimamente. 



Su hermano se había acercado a la nueva oficina del INEM (ahora con otro nombre) a solicitar el subsidio para mayores de 52 con cargas. Le habían informado que, con los recortes ya no existía. Después, ya que le pillaba de paso, fue a la farmacia de la calle Real a por las medicinas de la abuela. Allí le acabaron de chafar la mañana ¡tenía que pagar el 10% de todos las medicinas! (que no eran pocas), le indicaron que si se pasaba de cierta cantidad ya se la devolverían, ¿cuándo? se dijo. Además le acababan de informar que su hija no tenía beca de comedor ni de libros. Y si pensaba mandarla con una tartera serían 3 euros diarios  por "desgaste de material" ¿de dónde? volvió a pensar. Para acabar de rematar su paciencia los amigos le habían informado que el IVA del material escolar había subido un ¡17%! Y por si fuera poco la plaza se la habían concedido en el Colegio Cañada Real, que estaba a un paseito de su casa, un modesto  piso sobre la que fue en tiempos la farmacia del Gorronal (en la curva de Pardo de Santallana).



Mientras en su casa se encuentran casi hacinados y con el calor todo se achica. Como ya les dije, el matrimonio duerme en un dormitorio, en el otro -individual-  duerme la abuela (que casi vive allí) y la niña, y en el salón Pepe estira un colchón apartando la mesita entre el sofá la televisión y ¡la nevera! (que han tenido que sacar de la terraza).  En estas fechas Pepe prefiere sacarse el colchón a la terraza, hay mas oxígeno, pero el problema es la animación nocturna del parque infantil de las Bombas. A diario, hasta pasada la media noche jóvenes vecinos se dedican a jugar a una suerte de "pelota pie" (ya saben una mezcla de fútbol y pelota mano) contra el muro de su casa y las contiguas. Los fines de semana la diversión aumenta con otros vecinos ya no tan jóvenes que se montan una tertulia botellona en el parque hasta altas horas de la madrugada. Pepe no llama a la policía porque está seguro de que le acabarían multando a él, pero conoce a varios vecinos que si lo hacen sin mayor respuesta. 



Pepe no entiende la razón de que las famosas "ordenanzas" que le han coartado tan violentamente cuando estaba el el jardín de los aromas, o en la plaza de España, le obligan a dormir con su nevera (que no vean si ronca) y no pueden evitar que todos los vecinos tengan que aguantar estos jolgorios hasta altas horas. Y eso que él no tiene un trabajo que le exija madrugar, pero todavía quedan vecinos afortunados. Piensa que si tendrá algo que ver el nivel económico de los habitantes de estas casas. No se le quita de la cabeza que algo similar en la plaza de Los Belgas, o en la calle Real (por no decir en Fontenebro) sería cortado de raíz en minutos. Pero ya va haciéndose a la idea de que deben ser ciudadanos de segunda. Pero otras veces piensa que ya está bien. Que tal vez debería grabar los ruidos de madrugada y presentarse en un pleno para que el equipo de gobierno los escuchara; o mejor aún ir a buscar al alcalde y llevarlo en persona a que asistiera al concierto. Pero se desanima pensando en que seguro que allí si que estaría Severo Ceñudo para multarle a él.Y va cogiendo fuerzas para llamar a las cosas por su nombre, sobre todo porque sabe que el guardia Ceñudo no vive lejos de su casa.



¡Escucha a los vecinos Agustín!

martes, 7 de agosto de 2012

QUIZÁS YA HABÉIS LEÍDO ESTE EDITORIAL


No es una lectura refrescante y estival pero sí muy clara. por favor , leed con atención las últimAS interrogaciones. Claro que SÍ SE PUEDE, SÍ SE PUEDE.

¡Sí que hay dinero!<http://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2012/07/20/%c2%a1si-que-hay-dinero/>  20jul 2012

Durante el debate parlamentario que tuvo lugar en las Cortes españolas a raíz de la presentación del presidente Rajoy de las medidas de recortes que su gobierno iba a realizar, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas del gobierno español, Cristóbal Montoro, indicó que éstas eran necesarias porque “el Estado no tenía más dinero”, punto acentuado por el propio Rajoy cuando subrayó que el nivel de deuda pública en España había alcanzado niveles inaceptables que forzaron la toma de medidas excepcionales, considerando la bajada del déficit como la prioridad número uno de su gobierno. El presidente indicó también que tal bajada del déficit público era la condición indispensable para salir de la crisis, pues sólo con esta bajada se recuperaría la confianza de los mercados financieros y España podría volver a recibir prestado dinero a unos intereses más bajos.Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Es sorprendente que la administración Rajoy continúe repitiendo esta creencia (creencia basada más en la fe que en la evidencia) cuando todos los datos acumulados muestran lo erróneos que son los supuestos sobre los que se basa.

Pero antes de mostrar tales datos, es importante subrayar, una vez más, lo que tienen en común los países hoy intervenidos –España, Grecia, Portugal e Irlanda–. Todos ellos tienen estados pobres (su gasto público, incluyendo el gasto público social por habitante, es de los más bajos de la Eurozona), con escasos ingresos al Estado (entre los más bajos de la Eurozona), poco redistributivos (entre los menos redistributivos de la Eurozona), y basados en una fiscalidad altamente regresiva (de los más regresivos de la Eurozona). La causa de que todos estos países tengan estos puntos en común es que todos ellos tienen un contexto político semejante. Durante su reciente historia (los últimos cincuenta años) las fuerzas conservadoras han tenido una enorme influencia sobre sus Estados. Fueron gobernados por muchas décadas por gobiernos ultraconservadores. El contraste con los países escandinavos (que tienen los Estados más desarrollados, con mayores políticas redistributivas y políticas fiscales más progresivas en la UE) se basa en que en aquellos países las fuerzas progresistas han sido las dominantes en su vida política, al revés que en los países intervenidos.

Se podría argumentar que España, como también aquellos países, tiene un Estado pobre porque es un país pobre. Pero los datos no confirman esta situación. El PIB per cápita es el 94% del promedio de la UE-15, y en cambio, el gasto público es sólo un 72% del promedio de la UE-15. En realidad, si fuera un 94%, España se gastaría 66.000 millones más en su sector público y en su subfinanciado Estado del bienestar (tanto en sus transferencias como en sus servicios públicos). Pero no se los gasta, no porque no existan. Sí que existen. Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Y ahí está el punto clave que no se cita. La regresividad de la política fiscal que España tiene en común con todos los países intervenidos. Han tenido que pedir prestado dinero porque el Estado no recoge el suficiente.

Pero lo que es incluso peor es que durante la era de bonanza (estimulada por la burbuja inmobiliaria), el Estado español bajó más y más los impuestos, bajada que favoreció particularmente a las rentas superiores, que adquieren la mayoría de sus rentas de la propiedad de capital. Esta bajada de impuestos determinó –según ha indicado el Fondo Monetario Internacional– nada menos que la mitad del déficit estructural del Estado, déficit que permaneció oculto durante la expansión económica por el elevado crecimiento de ingresos al Estado, apareciendo, sin embargo, en toda su crudeza cuando el boomexplotó. Y ahora el Estado tiene que pedir prestado el dinero a los bancos (donde los súper ricos depositan los ingresos que habían adquirido como consecuencia de la bajada de sus impuestos), teniendo que pagar intereses para conseguir el dinero, que podría haberse obtenido, si no hubieran bajado los impuestos.

Y ahí está el problema más silenciado en los medios y en los debates. Fue una lástima que ninguno de los que participaron en el debate en las Cortes españolas hiciese las siguientes preguntas al presidente Rajoy: ¿Por qué el Estado español decidió congelar las pensiones a fin de conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de revertir la bajada del impuesto de sucesiones, con lo cual habría obtenido casi el doble de ingresos ( 2.552 millones). O, ¿por qué en lugar de recortar nada menos que 7.000 millones en sanidad, el gobierno no eliminó la reducción del Impuesto de Sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, lo que significa menos del 0,12% de todas las empresas, con lo cual hubieran obtenido más de 5.600 millones de euros? O, ¿por qué quiere ahora establecer el copago sanitario en lugar de aumentar los impuestos de los fondos SICAV y las ganancias especulativas? O, ¿por qué quiere aumentar el IVA, en este momento de recesión, que afectará a las clases populares, en lugar de aumentar el impuesto de Sociedades al 35% para empresas que ganen más de un millón de euros al año, con lo cual ingresaría 14.000 millones de euros más? O, ¿por qué quiere destruir puestos de trabajo en los servicios públicos en lugar de establecer un impuesto a las transacciones financieras, con lo cual, tal como ha señalado el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se conseguirían 5.000 millones de euros? O, ¿por qué en lugar de forzar reducciones de los Estados del bienestar gestionados por las CCAA no reduce la economía sumergida diez puntos, con lo cual aumentaría 38.500 millones de euros?

Estas son las preguntas que deberían haberse hecho y no se hicieron. Rajoy no las habría podido contestar y habría quedado en evidencia, mostrando, que en contra de lo que dice, sí que hay alternativas y sí que hay dinero.
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domingo, 5 de agosto de 2012

¿Se confirma lo de Luis y Cristóbal? Rato era muy amable. Llegaba con cara de invitar a un vermú. A Aznar le contaba lo imprescindible, para que le dejara en paz




Luis de Guindos entró en el despacho del presidente como una tromba. En realidad entró como siempre, que el ministro de Economía y Competitividad —yo también quiero dos nombres, le había dicho a Rajoy, como Montoro, que lo es de Hacienda y Administraciones Públicas— acostumbra a entrar como un ciclón, que así parecía que siempre estaba muy ocupado.
—He tenido una idea extremely brilliant, presidente. That’s great. Verás…
—Guindos, que te conozco y me has metido en líos…
But this one is exceptional, jefe. Mira, se trucan las bolas de la Lotería Nacional, para que nunca le toque a nadie. Es fácil porque nadie sabe a quién le toca, solo a Carlos Fabra, y eso ya se lo arreglamos con un enchufe a Andreíta y algo del aeropuerto. Una pasta, presidente, sacamos una pasta, que no sé cómo no se le ha ocurrido a nadie. Échale, el sorteo de Navidad, el de la Cruz Roja… ¡Toda la recaudaciónp’al talego…!
Y es que cuando el ministro empezaba a hablar de dinero le cambiaba hasta el lenguaje. Que pasaba de hay un cambio de giro en la evolución cíclica, que decía con cara de palo, a dame ya la panocha, tarrito de esencia, que le dijo un día a la vice, con gran escándalo de los ministros concurrentes al Consejo. Es que se le ponía la calva roja y una mirada como si fuera a hipnotizarte mientras te sacaba el billetero del bolsillo de atrás del pantalón. Que digo yo que será así, porque en realidad qué voy a saber yo de esas cosas, si no tengo cartera ni bolsillo trasero. No, pantalones, tampoco.
—Pero qué dices, insensato, cómo se te ocurre tal cosa, le contestó el presidente con cara de terror, que le temblaba hasta la barba…
—Uy, ya ves, no sé por qué te pones así. Si yo te contara las que se nos ocurrían en Lehman Brothers… Y de oro, presidente, nos hicimos de oro. Porque al final fueron todos unos estrechos, porque la cosa iba de lujo. Mira, por ejemplo, un highly leveraged management buyout, que verás, je, je, je, se trata de comprar una empresa con un crédito gigantesco, ja, ja, ja…
—¡¡¡Mañana, Luis, vuelve mañana!!!
—Ya ha estado por aquí el Windows, que flotando unos revolving y unosprivate equity noto… ¿Se me ha adelantado, presidente? —preguntaba ansioso Cristóbal Montoro, que siempre llegaba cinco minutos después.
—A ver, Cristóbal, olvídate de Luis y cuenta qué recortes me traes…
—No, si yo te los cuento, pero es que le dejas que se adelante y luego que si manda más a la gente le dice, y se lo va contando a los ministros finlandeses…
—¡¡¡Cristóbal!!!
—Bueno, pues venga, a lo nuestro. He pensado que vamos a subir menos de lo que se esperaba que bajáramos pero algo más del 15% que te dije la última vez, que si a Andalucía —sobre todo a Andalucía— le quito el doble y pasamos a impuestos indirectos la partida de sube y baja, ya tenemos el 8% que recortar necesitábamos. ¿Está claro?
—No, en absoluto, pero es igual. Cuéntaselo a Soraya, que lo traduzca y ya lo hablamos. Hala, venga, al despacho que seguro que tienes muchas autonomías que brear...
—Ningún problema, jefe, ningún problema, dijo Soraya mientras aparecía por una puerta secreta. Y hoy me he aprendido otros 12 artículos del Código Penal. Artículo 192. 1. A los condenados a pena de prisión por uno o más delitos comprendidos en este Título se les impondrá además la medida de libertad vigilada…
¿Cómo creen ustedes que acaba Rajoy?
Esto de los ministros de las cuentas ha sido siempre un lío. Es verdad que Felipe disfrutaba con Boyer, primero, y con Solchaga, después. Pero era solo por ver cómo los odiaba Alfonso Guerra, que a Felipe se le notaba el cachondeo cada vez que el vicepresidente iba a verle y le interrumpía: “Rapidito, Alfonso, que tengo que ver a Miguel —o a Carlos—, que vamos a decidir cosas muy importantes. Ya te las cuento luego”. Dejaba la puerta abierta Felipe y se quedaba con la oreja así, enchufada, hasta que oía a Alfonso rezongar aquello de esos señoritos socialdemócratas. Que el vice nunca supo cuál de los dos era peor, si Miguel, que ni le hablaba, ser inferior para él el perito industrial, o Solchaga, el de Tafalla, que no le pasaba nada, solo eso, que era de Tafalla. Como si fuera poco.
Rodrigo Rato era muy amable. Yo le veía que llegaba por allí con cara de invitar a un vermú. Porque esas camisas con esos cuellos solo eres capaz de ponértelas si le pegas al Martini. A Aznar le contaba lo imprescindible, para que le dejara en paz. El milagro eres tú, José Mari, le decía, que yo sé que era de cachondeo, que menuda juerga se traía Rodrigo. José Mari, luego, lo contaba por ahí. Y todos tan contentos. Es que los dos se conocían de largo. Y como el viento soplaba a favor y solo había que situarse al rebufo, vender las joyas de la corona, las empresas estatales más rentables, en un equitativo reparto a amigos y amiguísimos, tampoco había de qué preocuparse. La cosa entre ellos dos empeoró con el tiempo, con otros amigos del colegio metiendo la zarpa por aquí y por allá, que hasta entonces Rodrigo hacía mangas y capirotes. Que si hay un cargo para ti y otro para aquel. Eso me lo pasas a mí, presidente, que te lo dejo niquelado. También estuvo lo de la guerra de Irak, claro, pero esa es otra, que hablábamos de cuentas y dineros. Y hoy, ya lo ves, con Bankia colgada al cuello.
Aquellos chalés de Rato se convirtieron finalmente en un suplicio, el cielo se tiñó de negro y llovieron piedras. Pero antes, durante cuatro años más, lució el sol. Y de qué manera. Decía ufano Zapatero:
—Hay que ver, Pedro, hay que ver, que nos sale el dinero por las orejas. Es que no sé qué hacer con tantos millones. ¿Y si le damos un incentivo a los jóvenes por…?
—¡¡¡No, otro incentivo más, no!!!, gemía Solbes.
Pero aquellos años eran de ríos de leche y miel, todo el mundo es bueno y la vida sonreía. Y venga a construir casas, y venga a construir chalés, y venga a hacer palacios de convenciones y ciudades del sonido, y de la luz, y de todos los sentidos… Y el mío más caro que el tuyo, que Calatrava no daba abasto.
—Fíjate, Leandro —me decía al final de sus días Zapatero, hundido ante los gritos de la Merkel— quién nos iba a decir a nosotros, con esa primera legislatura que tuvimos de lujo, que nos sobraban euros hasta para empapelar la Cibeles…
Y luego vino Elena Salgado. Paseaba sola por los pasillos, animándose con aquello de ya veo brotes verdes, que fue de mucho reír. Y eso que ella era poco de jiji, jaja, y más bien gustaba de dar lecciones.
—He pensado, presidente, que si cambiamos todas las ventanas de todas las casas de todas las calles de todas las ciudades de todas las autonomías, las fuentes de los dineros manarían millones y millones con los que enjugar nuestros pesares…
—¿Tú crees, Elena?
A mí es que me mataba ver a Zapatero en ese estado de postración en aquel triste y largo final, con lo que él había sido. Y es que ya no le ponía ni Supertramp. ¡Con el gusto que daba verle cuando llegó a La Moncloa, allá en el lejano 2004, que iba mirando por los despachos a ver si había una bandera americana! Para escupirla. Es que él entonces era así. Un joven airado al que solo le gustaba jugar a baloncesto con sus amigos. El resto, decía, vendrá solo, que a ver si te das cuenta que tengo baraka, le decía entonces a Pedro Solbes, un señor mayor, siempre cariacontecido y que vivía permanentemente al borde del infarto. Yo creo, incluso, que los dos últimos años vicepresidía desde la Unidad Coronaria.
—¡¡¡Una prima para cambiar de lavadora, no, por favor!!!

Jorge, Alberto y el santo rosario; Yo sé, me lo confesó un día el presidente, que no soporta al titular de Justicia, que desde que le nombró ministro está cada día más pelota




Ave María Purísima, presidente.
Jorge Fernández-Díaz es muy educado. Asoma siempre la cabeza y pide permiso para entrar.
—Sin pecado concebida, presidente.
Alberto Ruiz-Gallardón le acompaña, que ahora están que parecen Dixie y Pixie.
—Pasad, pasad, pero os recuerdo que la catedral de la Almudena está en otro sitio.
—¡¡¡Qué graciosísimo, qué ingeniosísimo!!!, gorjea Ruiz-Gallardón.
Yo sé, que me lo confesó un día el presidente, que no soporta al titular de Justicia, que desde que le nombró ministro está cada día más pelota. Ya lo era, ¿eh?, me dijo, que uno no se vuelve así de la noche a la mañana… Que un poco siempre gusta, la verdad, para qué negarlo, pero un mucho cansa. Así que le miró con un gesto un poco atravesado.
—Menos rollo y más currar, que no está la cosa para bromitas. Ya sabéis lo del peligro de intervención…
Y es que se le había quedado como un poso en el cerebro, que a todo el que le visitaba le soltaba lo de la intervención.
—… Aunque al final podré evitarla, que me costará mucho trabajo pero oye, trabajando como Dios manda…
—Eso, eso, obedeciendo a Dios, sí…
—…todo se consigue. ¿Os he contado lo que le dije un día a Merkel, que estaba así como chulita y fui yo y gracias a Dios…
—Ahí, ahí, gracias a Dios. ¿Rezamos algo?, dijo Fernández Díaz.
—Sí, bueno, eso, gracias a Dios, pero verás, presidente —terció Gallardón que veía cómo Rajoy miraba al titular de Interior como si fuera un extraterrestre— es que se nos ha ocurrido una reforma de la ley esa…
— …que llamamos la de leña al borroka, siguió Fernández-Díaz, que oír otra vez lo de Monti era demasiada penitencia incluso para él.
—… que sabemos que te va a gustar muchísimo, acabó la frase Gallardón.
—Bueno, bueno, ¿y eso cuesta algún duro?
—¡¡¡Ni uno!!!, dijeron los dos ministros como si fueran el dúo Pimpinela, que yo les oía mucho porque en época de Aznar les gustaba mogollón a las gentes de por aquí.
—No solo no solo no cuesta dinero. ¡¡¡¡Es que está pensada para ingresar!!!
—A ver, a ver…
—Es una idea genial, que reportará beneficios económicos, sí, pero también espirituales, que reforzará la unidad de la familia, y tú ya sabes cómo nos importa la familia, dijo el de Interior mientras asentía el de Justicia.
—Sí, bueno, la familia, bien. Primero lo de la pasta. Si no te importa.
—¡Cómo nos va a importar!, en absoluto, presidente, terciaba Gallardón. Hemos pensado que está bien esto de cercar a las del aborto, meter a la gente en la cárcel por quedarse quieta ante los palos de nuestros aguerridos policías, almas cándidas y sin ninguna maldad…
—… Y no te olvides de lo de incluir a todo el que haya convocado fiestas de cumpleaños por Internet, que tuvo mucho éxito, apuntaba Fernández-Díaz…
—Pues a raíz de todo ello hemos pensado…
Otra vez Pimpinela.
—¡¡¡Que no los metemos en la cárcel, pero les vamos a sacudir unas multas de aquí te espero!!! Pasta por dos sitios: ahorro de rancho en las prisiones, y recaudación para el pobre Montoro, que ya ves, presidente, cómo anda, que no hay quien le dirija la palabra…
—¿Y si no tienen dinero, que casi todos ellos son unos mataos?
—Esto es lo mejor, respondió Gallardón. ¡Se lo cobramos a los padres, y si no tienen, a los hermanos, y si esto también falla, a los primos en primer grado, y luego a los de segundo y más allá a los de tercero, o a los suegros, o a los hermanos de los suegros, o a los primos de los suegros… ¡La familia, presidente, la familia, ese núcleo fundamental de la civilización occidental que ya nos dijo el Santo Padre…!
—Por cierto, intervino Fernández Díaz, que también se me ha ocurrido que si traemos al Papa, Dios lo tenga bien protegido, varias veces al año, y le llevamos en una ronda por las provincias, tal que si fuera la Vuelta a España, pero en papamóvil, y recaudamos…
—Ya, bueno, sí, ya os he entendido, Jorge Alberto… Lo pensaré, lo pensaré…
—Que el señor sea contigo, dijo Gallardón.
—Y con tu espíritu, añadió Fernández Díaz un tanto atropellado, que yo me quedé pensando si es que sabía algo de mi existencia. Que es hablar de los espíritus y es que me entra un mosqueo…
Esto de los ministros recaudando no era nuevo, que se pegaban entre ellos para ser el primero de la clase. Yo los veía cómo se miraban de refilón en los Consejos a ver quién ahorraba o recaudaba más, que un día de estos van a proponer alquilar La Moncloa durante el mes de agosto como residencia de verano. A mí es que me gustan mucho los previos de los Consejos. Recuerdo yo que…
—Ni se te ocurra volver con lo de Semprún y el libro al revés de Guerra, Leandro, que ya lo han contado hasta Los Morancos, me cortó el hilo el ectoplasma de Felipe, que siempre estaba por allí, el tío.
Decía que ninguno de los ministros soltaba la cartera, no fuera a ser que el de al lado le viera algún papelillo…
—He pensado presidente, que si los soldados hacen la instrucción con palos de madera, que total, para las guerras que no tenemos, decía Morenés. Y eso los de Infantería, que en Aviación estamos haciendo pruebas con las consolas, que oye, presidente, lo mismito que volar en un caza y sin gastar un euro en carburantes… Por no hablarte de la Marina, porque como ya sabemos que los barcos no se hunden, para qué ponerlos a navegar, que moverlos es una ruina…
Wert se ufanaba:
—Las tasas ya las hemos subido, ya. Pero vamos a juntar a los alumnos de varios cursos en una sola clase. Total, como no va nadie… Y el resto de aulas vacías se las cedemos a los Legionarios de Cristo o a los kikos, y una pasta que nos embolsamos, que no se irán a quejar de que no tienen machacante… Y eso en la universidad, que en primaria ya ni te cuento…
—Las medicinas para curar están bien, intervino Ana Mato, pero mis chicos han descubierto algo mejor: ¡las hierbas para curar! Mismamente cogidas del campo…
A Montoro la cosa le gustaba poco. A Guindos, tampoco, la verdad, que yo les notaba que se iban calentando… Y saltaron.
—A ver si me voy a tener que poner yo a aviones conducir en la Marina porque las guerras a lo mejor, quién sabe, que es posible que se produzcan pero quizá suba el presupuesto de Defensa, que las camillas en las aulas las lleven los kikos, dijo Montoro, que acababa de reunirse con los consejeros de Hacienda de las Comunidades y estaba como para aguantar bromas.
Lo tradujo Soraya. Era la costumbre.
—Cristóbal quiere decir que agradece mucho el interés de todas las señoras ministras aquí presentes, así como a los ministros, a los que tanto aprecia, y les aplaude porque se preocupen tanto por las cuentas del Estado, pero que él ya se dedica a ello. Sobre poco más o menos, que aquí cada uno se lama etcétera y que como alguien se meta en lo suyo le va romper la crisma. Por cierto, que ando ya muy adelantada con el Código Civil. Artículo 39: “Si por haber expirado el plazo durante el cual funcionaban legalmente, o por haber realizado el fin para el que se constituyeron…”.
De Guindos intervino solo un momento. Pero serio, para que vieran que con él, bromas, las justas.
—Bien. Está bien. Lo de las hierbas, Anita, por cierto, me ha gustado mucho. Pero espero que las cobréis. El que se quiera curar con manzanilla, que la pague. Y si no, agua del grifo, y ya. Siempre hay mejoras en los procedimientos, que decíamos en Lehman. Pero yo sigo creyendo que lo mejor es un cherry tree, o si no un outsourcing o bueno, si me forzáis, un over-the counter…
—¿Habéis llamado a Bruselas a pedir permiso?, preguntó Rajoy.