jueves, 9 de agosto de 2012

Nuevas historias de Pepe Amable en la tierra del Obispo de Hipona.



Hace un par de meses ya les hablé de nuestro amigo. Las cosas no han mejorado para él. Sigue en el paro sin subsidio de ningún tipo. Se acercó (con mucha vergüenza) a los servicios sociales municipales para solicitar una ayuda en forma de comida. Así algo aportaría a casa de su hermano. Le derivaron a la sede local del Partido Popular, donde una entidad repartía alimentos. Cuando llegó allí, tras pedirle multitud de documentos que ya había entregado a la trabajadora social, le "sugirieron" que diese un donativo para la organización. A Pepe aquello le pareció un chantaje de la peor especie, pero claudicó. Mientras esperaba pensó en que hubiese dicho el autor de "España, aparta de mí este cáliz" del uso de semejantes artimañas en su nombre. Y, tras un largo rato le llegó el turno. Un caballero muy atildado le entregó su lote casi sin mirarle. Algo de arroz, garbanzos, latas de pescado y leche. Cuando llegó a casa se encontró a su hermano, que ha perdido su trabajo y no alcanzó al plazo para el subsidio. Su cuñada está ahora limpiando escaleras "en negro" (no hay otra manera). Tras revisar la bolsa, se encontraron con que la leche estaba caducada y su hermano le chorreó de lo lindo. Los ánimos estaban muy caldeados últimamente. 



Su hermano se había acercado a la nueva oficina del INEM (ahora con otro nombre) a solicitar el subsidio para mayores de 52 con cargas. Le habían informado que, con los recortes ya no existía. Después, ya que le pillaba de paso, fue a la farmacia de la calle Real a por las medicinas de la abuela. Allí le acabaron de chafar la mañana ¡tenía que pagar el 10% de todos las medicinas! (que no eran pocas), le indicaron que si se pasaba de cierta cantidad ya se la devolverían, ¿cuándo? se dijo. Además le acababan de informar que su hija no tenía beca de comedor ni de libros. Y si pensaba mandarla con una tartera serían 3 euros diarios  por "desgaste de material" ¿de dónde? volvió a pensar. Para acabar de rematar su paciencia los amigos le habían informado que el IVA del material escolar había subido un ¡17%! Y por si fuera poco la plaza se la habían concedido en el Colegio Cañada Real, que estaba a un paseito de su casa, un modesto  piso sobre la que fue en tiempos la farmacia del Gorronal (en la curva de Pardo de Santallana).



Mientras en su casa se encuentran casi hacinados y con el calor todo se achica. Como ya les dije, el matrimonio duerme en un dormitorio, en el otro -individual-  duerme la abuela (que casi vive allí) y la niña, y en el salón Pepe estira un colchón apartando la mesita entre el sofá la televisión y ¡la nevera! (que han tenido que sacar de la terraza).  En estas fechas Pepe prefiere sacarse el colchón a la terraza, hay mas oxígeno, pero el problema es la animación nocturna del parque infantil de las Bombas. A diario, hasta pasada la media noche jóvenes vecinos se dedican a jugar a una suerte de "pelota pie" (ya saben una mezcla de fútbol y pelota mano) contra el muro de su casa y las contiguas. Los fines de semana la diversión aumenta con otros vecinos ya no tan jóvenes que se montan una tertulia botellona en el parque hasta altas horas de la madrugada. Pepe no llama a la policía porque está seguro de que le acabarían multando a él, pero conoce a varios vecinos que si lo hacen sin mayor respuesta. 



Pepe no entiende la razón de que las famosas "ordenanzas" que le han coartado tan violentamente cuando estaba el el jardín de los aromas, o en la plaza de España, le obligan a dormir con su nevera (que no vean si ronca) y no pueden evitar que todos los vecinos tengan que aguantar estos jolgorios hasta altas horas. Y eso que él no tiene un trabajo que le exija madrugar, pero todavía quedan vecinos afortunados. Piensa que si tendrá algo que ver el nivel económico de los habitantes de estas casas. No se le quita de la cabeza que algo similar en la plaza de Los Belgas, o en la calle Real (por no decir en Fontenebro) sería cortado de raíz en minutos. Pero ya va haciéndose a la idea de que deben ser ciudadanos de segunda. Pero otras veces piensa que ya está bien. Que tal vez debería grabar los ruidos de madrugada y presentarse en un pleno para que el equipo de gobierno los escuchara; o mejor aún ir a buscar al alcalde y llevarlo en persona a que asistiera al concierto. Pero se desanima pensando en que seguro que allí si que estaría Severo Ceñudo para multarle a él.Y va cogiendo fuerzas para llamar a las cosas por su nombre, sobre todo porque sabe que el guardia Ceñudo no vive lejos de su casa.



¡Escucha a los vecinos Agustín!

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