lunes, 22 de diciembre de 2014

No preguntes solo mira.


 
Impunidad y otras lindezas.

Añoro la España de don Quijote, el país de Labordeta, aquella Celestina que juntó un amor tan conocido como Romeo y Julieta. Añoro los girasoles en lienzo, las playas de Sorolla, a Velázquez, al piano de Albéniz. Añoro el teatro de Lope, los versos de San Juan, el misticismo de Santa Teresa, el “buen amor” del Arcipreste. Busco aquel poeta perdido por las calles de Nueva York y nuevamente perdido bajo la tierra que lo vio nacer. Busco la Granada que no vio Alberti, al caminante de Machado, al pirata de Espronceda. Busco los aceituneros de Hernández, las armas cargadas de futuro de Celaya. Busco la palabra que le queda a Blas de Otero, la Ítaca de Lluís Llach, al vasco salmantino. Busco aquel puerto que encontró un nuevo mundo y sus gallegos. Busco a La Pepa en La Granja.Cuántas cosas que añorar y que buscar. ¿Y qué encontramos? Encontramos a la España de Gürtel, el teatro de las tramas mafiosas, el circo embaucador del Pequeño Nicolás.

La España de la mentira y la farsa, la sombra de la Transición. La España de los piratas bancarios, de los desahucios, la España de la impunidad. Pero no es en los causantes en quienes hemos de poner la esperanza en el cambio. El cambio es nuestro. Empieza en uno, continúa en dos y acaba en todos. Avancemos hacia el cambio. Miremos de lo que hemos sido capaces y consigamos cosas gloriosas porque somos extraordinarios.

¿Y por qué yo no?

Posiblemente, esta pregunta es a la que se van a enfrentar muchos de los padres y madres españoles estas navidades. Según el informe de Unicef Los niños de la recesión,España tiene 2,7 millones de menores viviendo en situación precaria. Al mismo tiempo, se han realizado 16.767 ejecuciones hipotecarias en el tercer trimestre de 2014, según diarios nacionales. Muchas de estas familias tendrán que hacer frente a lo que puede ser su peor época del año.

El hecho de poder celebrar una sencilla cena, sin lujos ni excentricidades, para sus hijos costará, a muchos, esfuerzos inimaginables. Mientras la mayoría de la población española nos quejamos de no poder adquirir los últimos modelos en tecnología o artículos de la nueva marca de moda, un número importante de mujeres y hombres tendrán que explicar a sus hijos por qué en sus casas no han venido los Reyes Magos. ¿Por qué a mí no, mamá? es
la pregunta que mostrará la desilusión de miles de niños cuando vuelvan a las aulas y se sientan inferiores a sus compañeros al ver que ellos no tienen regalos, ya no para presumir, sino para enseñar.

Puede que esto haya sido culpa de los mayores, al haber acostumbrado a gran parte de las nuevas generaciones a tener de todo. Ahora, muchos de ellos no tienen nada y, desgraciadamente, a los niños puede que les importe más no ser infravalorados por sus amigos o compañeros por tener menos cosas que disponer de alimentos para comer.

Cortina de Humo.

Sin dudar de la importancia que puede tener el derecho a decidir o la indisolubilidad del sacro territorio español, los días pasan y los problemas reales de los españoles y de los catalanes (o de los catalanes y los españoles, elijan el orden que prefieran) siguen.

 El número de parados en España sigue cerca de los 4,5 millones de personas, con una tasa que ronda el 25%, por no hablar del desempleo juvenil (por primera vez desde 2011 hemos superado a Grecia y ya una cuarta parte de los jóvenes europeos sin trabajo son españoles) o de los numerosos desahucios. La sociedad ha virado hacia un extremo individualismo y, o empezamos a mirar por el bien común, o acabaremos sufriendo todos

De vuelcos y miserias

Por mucho que anuncie a bombo y platillo el señor Rajoy que España ha dado un auténtico vuelco en su economía, las noticias españolas me deprimen y preocupan. No sé si hablará acaso de los negocios del clan Pujol y sus grandes beneficios, pero lo cierto es que estos días, de tanto vuelco, he sufrido un revolcón al enterarme, con la ingenuidad de un pobre universitario francés que trabaja para pagar sus deudas, que parte de la fortuna de los Pujol está invertida en acciones de la empresa Arcelormittal.

Solo quiero recordar aquí que, tras un conflicto de varios años teniendo como telón de fondo la crisis siderúrgica en esta parte del mundo donde aún los trabajadores siguen cobrando sueldos de miseria, Arcelormittal decidió cerrar hace dos años los últimos altos hornos de Francia dejando toda una región —Lorena— exangüe. La presión de las agencias Moody’s y Standard & Poor’s había aumentado la deuda de la empresa y había de satisfacer a los accionistas.

Poco valor tiene el trabajo de los obreros frente a la inmensa e indecente fortuna de esta familia molt honorable responsable, junto a tantos otros accionistas, de la miseria moderna.