sábado, 14 de julio de 2012

Ladrones Elegantes

120

viernes, 13 de julio de 2012

Pobres todos; El tobogán se acelera.




Cada vez son más. Una muchedumbre silenciosa y a menudo inadvertida. Son las víctimas de la pobreza. Crece en una crisis sin fondo y se instala en una normalidad quebradiza. El paro, que ya lacera a 5,6 millones de personas, es un filo que se estrecha. Las facturas siguen, los subsidios se recortan; se agotan al igual que los ahorros, y el empleo no aparece. El techo peligra. O desaparece.
La casa de los familiares y los pisos compartidos —la calle en el peor de los casos— cobijan las vidas en la estacada, suspendidas en una precariedad que se extiende sin freno y que, si faltan redes de apoyo, como la familia, conduce a la exclusión social. La bajada es cada vez más acelerada, dicen los expertos, un tobogán cuyo descenso gana velocidad y al que se asoma un número creciente de personas. Hay albergues con lista de espera.
España 2012. Más de 5,6 millones de empleos y decenas de miles de techos arrasados por el huracán de la crisis. Más de 300.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas en los últimos cinco años, muchas de las cuales han derivado en desahucios —más de 100.000— a los que se suman los motivados por el impago de alquiler. Como el de Juan, el de Carmen... Los números tienen caras detrás y un detonante común: la pérdida de ingresos, el comienzo del tobogán.
“Las torres más altas pueden caer al piso”. Esa es una de las cosas que Carmen ha aprendido en los últimos tiempos. Esta mujer de 40 años era hasta hace uno y medio una empresaria de éxito. En 2005, recién llegada a España desde Estados Unidos, creó con su marido una firma de montajes eléctricos. Hasta 16 empleados llegaron a tener, relata. Tan bien iban las cosas que lograron comprarse un piso en un barrio caro de Madrid, Chamberí. Ahora la mujer almuerza cada día en un comedor social a tiro de piedra del piso que tuvo.
“Paró todo de la noche a la mañana”, reflexiona esta mujer que pide aparecer con otro nombre. La crisis de la construcción se llevó por delante su negocio. Dejó de haber cables que poner en casas o centros comerciales flamantes. “Tuvimos que despedir a los empleados, que eran como de la familia. Les dimos lo que les correspondía y un poco más. Dejamos al día las cuentas con Hacienda, con la Seguridad Social. Quedamos limpio con todos...”. Y sin un euro en el bolsillo.
Más de 5,6 millones de empleos y decenas de miles de techos han sido arrasados por la crisis
Adiós a los tiempos boyantes, cuando amortizaban la hipoteca con reembolsos anticipados y vertiginosos. “En cuatro años habíamos logrado pagar 29 de los 30 años del préstamo”, relata Carmen a la entrada del comedor. Hasta que llegó el hachazo, en marzo pasado: “Nos quedaba un año por pagar, pero el banco se quedó con el piso”, explica Carmen, de origen uruguayo.
La crisis se llevó la empresa, el piso, el bienestar, pero el zarpazo no paró ahí. El hijo de Carmen está ahora en un centro de menores: “Robó para intentar ayudarnos”. El marido sobrevive en una granja, “ordeñando vacas”. Y Carmen duerme en uno de los pocos albergues que en Madrid admiten a mujeres —disponen de un cuarto de las 1.200 plazas, según el Ayuntamiento—. “Al principio crees que te vas a volver loca”, dice esta mujer que sueña con abandonar España para volver a empezar lejos con su familia. “Lo más duro de perder el nivel de vida es no tener un lugar propio, aunque fuera una habitación”, asegura. Así evitaría tener que pasar el día en la calle: el albergue cierra desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde. “En mi situación se sufre mucho, pero se aprende mucho. La gente no debe olvidar que, por muy arriba que esté, se puede caer muy abajo. Todos somos seres humanos y esto le puede tocar a cualquiera”, recapitula.
Cualquiera puede ser Juan. Este madrileño de 38 años se ha instalado en un soportal de Chamberí. Su título de Formación Profesional de segundo grado no le sirve para encontrar un trabajo desde que lo perdió en 2008, cuando se encargaba de tareas técnicas en una fábrica de ladrillos. Cobró el paro hasta que se acabó. Luego fallaron las chapuzas. En 2010 perdió el piso que pagaba al banco y se instaló en el asfalto. “No hay albergues suficientes.
Me dicen que me vaya con mi hermano a su casa, pero está hasta el cuello. Va a tener que vender el camión y tiene dos hijos”, explica. Así que él sigue en la calle mientras “tres millones de pisos están vacíos”. Sí, pero la vivienda social escasea, tal como denuncia desde Cáritas España la experta Sonia Olea.
Juan comparte soportal con compañeros como Yésica y Anastasio, ella española de origen argentino, de 28 años; él, griego, de 38. Vinieron en agosto pasado, cuando desesperaron de encontrar empleo en tierras helenas. Traían una oferta de trabajo que resultó no ser tal. Cuando acabaron los ahorros solo quedó la intemperie. Cada día van por turnos —hay que vigilar los enseres— a la biblioteca pública. En los ordenadores, envían currículos y buscan trabajo. “Mando 300 y, con suerte, recibo una respuesta”, detalla Yésica. También cargan allí el móvil: hay que tenerlo listo por si, a través de la llamada, llega la esperanza. Una esperanza que “cada día se pierde más”. Cada día es igual que el anterior, sin futuro. Aunque muchos pobres lleven móvil y se manejen con Internet incluso en los albergues.
Los nuevos pobres se suman
a los veteranos porque ni siquiera
en los tiempos de bonanza
España erradicó la pobreza
Con esas dos armas se enfrenta también un hispanoperuano que elige el alias de Bersix para hablar en el albergue San Martín de Porres, en un barrio del extrarradio madrileño. Desde que perdió el empleo pone anuncios para hacer chapuzas, esas que le salvaron un tiempo. “Cayeron las chapuzas y caí yo”, dice este universitario de 50 años que trata de aprender sueco para emigrar. Como él, en este albergue —con “tres meses de lista de espera” para poder pernoctar en él, según su director, Francisco Rodríguez— el 12% de los acogidos tienen estudios universitarios. Antes de la crisis eran “el 3% o el 4%”, recuerda el director. Y aumenta la proporción de españoles; ya son la mitad. “La gente que viene no está deteriorada. Son hombres de clase media y media baja, preparados para trabajar y que se han quedado sin empleo”, describe Rodríguez. Pero el trabajo, el bálsamo de Fierabrás, no llega. Y la pobreza crece y se cronifica.
“Cada vez hay más gente pasándolas moradas. Si esta crisis aguda dura mucho, las consecuencias pueden ser irreversibles, sobre todo para la gente joven. Una generación se queda fuera”, advierte Pedro Cabrera, experto en pobreza y estructura social en la Universidad de Comillas. Hace un diagnóstico “terrible” de la situación: “Tenemos una fiscalidad regresiva, por austeridad se recortan los servicios sociales, que no estaban medianamente dotados, y encima el mercado de trabajo no da respuesta a millones de personas”.
Así las cosas, los nuevos pobres se suman a los veteranos, porque ni siquiera en los tiempos de bonanza España erradicó la pobreza, que no es monopolio de marginados, aunque genere una enorme exclusión social. “Nunca llegó a bajar del 20% la proporción de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza [perciben menos del 60% de la renta mediana]. Ahora estamos en el 23%”, afirma Cabrera. El paro no es la fuente única de esta situación: también lo son los bajos salarios, que crean trabajadores pobres, matiza. “De cada 100 empleados, 14 son pobres. Es algo que ya ocurría antes de la crisis, pero el fenómeno se ha expandido al sector servicios [el que ofrece más empleo]”. Además, el recorte de las políticas sociales reduce la posibilidad de atenuar los efectos del deterioro económico en los ciudadanos desfavorecidos. “Se ha pasado del silencio de las Administraciones ante las situaciones de vulnerabilidad social al ‘no tenemos dinero”, denuncia Sonia Olea, responsable del programa de vivienda y personas sin hogar de Cáritas España.
Lavinia Mingu y su vecina española en la cola para recoger alimentos en Chamberí lo saben bien. A la primera, que empuja el cochecito de su bebé y está separada con dos niñas, le acaban de denegar la guardería pública para la pequeña. “¿Cómo podré tener trabajo si no tengo dónde dejar a la cría?”, se pregunta. La escasez de servicios públicos es otra dificultad más para salir de la pobreza para esta mujer que carece de subsidios pero no de arrojo. En parecida situación está su compañera, que pide anonimato y tiene tres hijos a su cargo. Ha trabajado en supermercados, aunque desde hace dos años no encuentra dónde. “Intento apañarme, pero es imposible”, dice. Las dos luchan por mantener sus casas, pero sobre ellas pende la amenaza del desahucio por impago. También sobre el de otra española igualmente treintañera en esta fila abundante en carritos de la compra para transportar la comida a casa y de cochecitos de bebé. Tiene dos hijos a su cargo y un empleo de limpiadora tres horas diarias. “No me llega para el alquiler y los gastos de casa. Estoy completamente sola y tan deprimida que a veces no quiero subir a casa”. Hay, también, quien evita dar detalles en este lugar, sobre todo aquellos que acaban de pisarlo por primera vez y son incapaces de superar el sentimiento de vergüenza.
“El tobogán que lleva de ser alguien a no ser nada, a sentirse mobiliario urbano, cada vez es más corto, más rápido”, afirma Olea, experta de Cáritas. Con todo, en esta crisis, como en las anteriores, el colchón familiar es la protección más fuerte. “En muchos casos, quienes soportan la situación son los abuelos”, describe. Abuelos que acogen a hijos y nietos en casa, que tratan de cubrir también las necesidades ajenas con sus propios ingresos.
Españoles e inmigrantes empobrecidos acuden en masa a los servicios de atención de emergencia
Como la madre de Gregorio, un ferrallista “en paro desde hace tres años y sin cobrar desde hace uno”. “Con los 270 euros de pensión de mi madre tenemos que vivir y ayudar a mis sobrinos, de 16 y 11 años”, relata antes de echar cuentas. “Tengo 48 años y empecé a trabajar a los 14. Tenía mi coche, iba al gimnasio. Tenía una vida normal, como cualquier ser humano. Quedarme sin empleo fue un corte radical”.
Gregorio tuvo que acabar por acudir a un comedor social de su barrio de siempre, Vallecas, donde echa una mano a las monjas de la Obra Social Santa María Josefa que lo gestionan. Organiza el acceso y ve cómo se alinean las bolsas con tarteras mientras sus dueños buscan la sombra. Antes de abrir, ya hay más de 40. Las religiosas ofrecen 600 raciones diarias, el doble que hace un año.
Españoles e inmigrantes empobrecidos acuden en masa a los servicios de atención de emergencia, como el reparto de alimentos, los comedores o la ayuda puntual para el pago de alguna factura. La red social y estas ayudas, especialmente de Cáritas y Cruz Roja, registran una demanda creciente. Son claves para intentar evitar la caída definitiva por el tobogán que acaba en la gran exclusión, un descenso impulsado por la pérdida de vivienda. “O pagan el piso, o comen”, describe la hermana Josefina, que regenta el comedor donde echa una mano Gregorio.
“No es que la gente pierda el empleo, deje de pagar la hipoteca o el alquiler y se vea a continuación en la calle, aunque hay casos, pero lo determinante para eso es que se sumen otros factores añadidos, la mochila que tiene cada uno”, dice Olea. Enumera elementos de ese petate: escasa formación, empleo previo poco cualificado, problemas de adicciones o salud mental (en el 60% de los casos), baja autoestima, pobreza o falta de red familiar y social. Este último, el gran colchón, “es cada vez menos mullido”, sobre todo por el individualismo y la falta de convivencia vecinal en las grandes ciudades, pero es aún un gran colchón, apunta Olea.
Pero el perfil de pobre ha cambiado respecto a las crisis anteriores. El título universitario ha dejado de ser un gran escudo y en un país de hipotecados, los ciudadanos tratan de mantener la vivienda a toda costa. Perderla es el último peldaño en una caída para la que muchos carecen red

miércoles, 11 de julio de 2012

DERECHO CONSTITUCIONAL



Con el funcionariado está sucediendo lo mismo que con la crisis económica. Las
 víctimas son presentadas como culpables y los auténticos culpables se valen de su
 poder para desviar responsabilidades, metiéndoles mano al bolsillo y al horario
 laboral de quienes inútilmente proclaman su inocencia. Aquí, con el agravante de
 que al ser unas víctimas selectivas, personas que trabajan para la Administración
 pública, el resto de la sociedad también las pone en el punto de mira, como parte
 de la deuda que se le ha venido encima y no como una parte más de quienes
 sufren la crisis. La bajada salarial y el incremento de jornada de los funcionarios
 se aplauden de manera inmisericorde, con la satisfecha sonrisa de los gobernantes
 por ver ratificada su decisión.                                             
        

Detrás de todo ello hay una ignorancia supina del origen del funcionariado. Se envidia

 de su status -y por eso se critica- la estabilidad que ofrece en el empleo, lo cual
 en tiempos  de paro y de precariedad laboral es comprensible; pero esta
 permanencia tiene su razón de ser en la garantía de independencia de la
Administración respecto de quien gobierne en cada momento; una garantía que
 es clave en el Estado de derecho. En coherencia, se establece constitucionalmente
 la igualdad de acceso a la función pública, conforme al mérito y a la capacidad
 de los concursantes. La expresión de ganar una plaza «en propiedad» responde
 a la idea de que al funcionario no se le puede «expropiar» o privar
 de su empleo público, sino en los casos legalmente previstos y nunca por capricho
 del político de turno que quiere a los de su calaña a su servicio.


Son los gobernantes y “funcionarios políticos”, sobre todo los que se tildan de

 liberales, los que, tras la perversión causada por ellos mismos en la función pública,
 designando a dedo a aquellos que pueden servir a sus intenciones,  arremeten
 contra la tropa funcionarial, sea personal sanitario, docente o puramente
 administrativo. Si la crisis es general, no es comprensible que se rebaje el sueldo
 sólo a los funcionarios  y, si lo que se quiere es gravar a los que tienen un
 empleo, debería ser una medida general para todos los que perciben rentas por
el trabajo sean de fuente pública o privada. Con todo, lo más sangrante no es
el recorte económico en el salario del funcionario, sino el insulto
 personal a su dignidad. Pretender que trabaje media hora más al día no resuelve
 ningún problema básico ni ahorra puestos de trabajo, pero sirve para señalarle
como persona poco productiva. Reducir los llamados «moscosos» o días
 de libre disposición –que nacieron en parte como un complemento salarial en
 especie ante la pérdida de poder adquisitivo-no alivia en nada a la Administración,
 ya que jamás se ha contratado a una persona para sustituir a quien disfruta de esos
 días, pues se reparte el trabajo entre La medida sólo sirve para crispar y desmotivar
 a un personal que, además de ver cómo se le rebaja su sueldo, tiene que soportar
 que los gobernantes lo estigmaticen como una carga para salir de la crisis.
 Pura demagogia para dividir a los paganos.

En contraste, los políticos en el poder no renuncian a sus asesores ni a ninguno

 de sus generosos y múltiples emolumentos y prebendas, que en la mayoría de los
 casos jamás tendrían ni en la Administración ni en la empresa privada si sólo se
 valorasen su mérito y capacidad. Y lo grave es que no hay propósito de enmienda.
No se engañen, la crisis no ha corregido los malos hábitos; todo lo más, los ha
 frenado por falta de financiacióno, simplemente, ha forzado a practicarlos de manera
 más discreta.

El 40,4% de los mayores ayuda con su pensión a familiares o amigos

03:54
VOTE ESTA NOTICIA
Madrid / Oviedo

La crisis económica y los «dramáticos» recortes del gasto a la protección social más básica están provocando una «seria regresión social» en España de la que podría costar décadas recuperarse, según el «Informe sobre el estado social de la nación», presentado ayer por la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales.


En los últimos tres años se ha triplicado el número de personas que acuden a los Servicios Sociales. La asociación afirma que si no se da prioridad a mantener la calidad de vida de las personas y «recuperar» a aquellos que se encuentran en situaciones de exclusión, «el futuro de España no tendrá ningún horizonte esperanzador».


El 26,1% de los hogares, según informes estadísticos, declara llegar a fin de mes con mucha dificultad. En 2005, cien mil personas recibían la renta mínima de inserción, y, en 2010, doscientos mil.


El 40,4% por ciento de los mayores ayuda económicamente a algún familiar o amigo, porcentaje que en 2010 sólo era del 15,1%.


La crisis, además, puede tener a medio y largo plazo un efecto «devastador» en la igualdad de género.


El informe critica la «desprotección» de las más de 166.000 familias desahuciadas desde 2008 hasta 2011, señala que 2,2 millones de niños viven bajo el umbral de la pobreza y que las personas en situación de integración precaria pasaron del 34,9% en 2007 al 46,3% en 2009.

Grados y niveles de dependencia


Grado III (grandes dependientes). Nivel 1 y 2.


Grado II (dependencia severa). Nivel 1 y 2.


Grado I (dependencia moderada). Nivel 1 y 2. Su aplicación se suspende hasta el año 2015.


La reforma de la ley


-Hasta ahora las personas dependientes recibían servicios en función de sus ingresos. A partir de ahora se tendrá en cuenta su patrimonio.


-Hasta ahora las autonomías recibían dinero en función del número de beneficiarios. La reforma primará a las comunidades autónomas que mejor gestionen la dependencia. Asturias lleva tiempo sin lograr el aprobado en su aplicación.


-Los cuidadores familiares que reciban dinero por el cuidado de los dependientes dejarán de figurar en la Seguridad Social y verán reducida la aportación a la mitad. Además, deberán acreditar la convivencia con el dependiente, comprometerse a recibir formación, acreditar un horario de trabajo compatible con el cuidado del dependiente y acceder a una inspección de los Servicios Sociales.


-Los servicios serán incompatibles, sólo podrá tener apoyo económico uno de ellos, aunque reciban más

La ciencia económica debe cambiar

Medidas que urge tomar para corregir errores del pasado y evolucionar para mejor


La ciencia económica debe cambiar

La ciencia económica debe cambiar
ÁNGEL MACHADO CABEZAS PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO La actual crisis económica, que afecta principalmente a gran parte del mundo occidental, está cuestionando parte de la ciencia económica y de los modelos en los que se sustenta. En economía se ha optado mayoritariamente por excluir la equidad, porque supone juicios de valor y, por tanto, entra en el campo de la política, utilizando sólo como criterio supremo la eficiencia (producir con el menor consumo posible de factores). Cabría preguntarse entonces, por ejemplo, qué es fijar tipos impositivos diferentes según el nivel de renta o el conservadurismo económico surgido de la era Reagan y Thatcher. Probablemente, la no consideración de la equidad ha hecho que aumenten las desigualdades económicas en grandes zonas del mundo. La desigualdad es muy importante, no sólo porque los que menos tienen puede que, indignados, se levanten contra el sistema y no exista fuerza moral ni física que los detenga, sino porque hay multitud de estudios que demuestran que las sociedades más desiguales, en general, tienen habitantes con peor salud física y psíquica, con una esperanza de vida menor, que confían menos en los demás, padecen más homicidios y albergan otras múltiples características negativas. Hay ejecutivos que cobran hasta más de 300 veces más que algunos de los empleados de su empresa, sin que se sepa qué hacen tan bien para merecerlo, siendo ellos además a veces una de las causas principales de su hundimiento. Si ¡sólo cobrasen 50 veces más!, a cambio se podrían crear unos 350 puestos de trabajo adicionales con el sueldo de los más bajos de la empresa. Adicionalmente, las rentas muy altas con frecuencia pagan tipos impositivos inferiores al resto de rentas.


Dos de las hipótesis más irreales, y que más daño han hecho a la ciencia económica las 4 últimas décadas, han sido la eficiencia de los mercados (en particular el financiero) y la racionalidad de los agentes económicos (inversores, productores y consumidores). ¿Por qué no se pregunta a los psicólogos si los agentes económicos son racionales y se mira si a partir de ahí se puede deducir que los mercados son eficientes? Otro problema habitual en la ciencia económica, relacionado con lo anterior, es hacer grandes simplificaciones del entorno, a las cuales se aplica un uso desmesurado de complejas matemáticas que a veces llevan a confundir la belleza de éstas con la realidad. En general, los trabajos recientes de economía son rigurosos y en ellos subyace un enorme esfuerzo. Sin embargo, a veces sus resultados no son muy útiles por su enfoque cortoplacista y por el uso de simplificaciones miopes. Sorprende que expertos con tanta valía profesional cometan tal error que invalida bastantes de sus esfuerzos. Sería mejor admitir las limitaciones de partida, usar situaciones más realistas, olvidándose de la pretensión de lograr resultados numéricos que parecen infalibles porque provienen de un sofisticado modelo matemático, estadístico o econométrico y conformarse con resultados aproximados. Es muy difícil aplicar matemáticas sofisticadas si se parte de que los consumidores no son racionales, pero lo cierto es que no lo son. No es válido afirmar que los modelos económicos son útiles igual que lo es un plano para guiarse por una ciudad, pues el plano representa ésta a escala y si, por ejemplo, en cierto punto aparece una calle con una curva de 30 grados es porque en la realidad hay tal curva, mientras que un modelo económico equivalente probablemente consideraría que la calle sigue recta porque de esta forma es más fácil hacer los cálculos o análisis oportunos. Las ideas y modelos dominantes desde los años ochenta han conducido a creencias erróneas, como que no es necesaria la regulación e incluso que se debe realizar una desregulación financiera, que contener la inflación es suficiente para garantizar el crecimiento, que los presupuestos públicos deben estar siempre equilibrados y que los mercados son eficientes.


Todo lo anterior llevó a la American Economic Asociation a elaborar un simposio cuyos resultados se publicaron en «El Journal of Economic Education» (41,4, 2010) con múltiples propuestas a favor de un cambio en la enseñanza de la economía.


Existen varios autores e instituciones dedicados a la investigación económica que tratan de incluir variables más realistas del comportamiento humano, en línea con los animal spirits de Keynes, es decir, considerando que el comportamiento de los agentes económicos está condicionado por impulsos y sentimientos relacionados con la confianza, la corrupción, el fraude, la equidad y la justicia, entre otros. En esta línea de pensamiento cabe citar, entre otros, a Richard H. Thaler, Bobert J. Shiller, Shlomo Benartzi, George A. Akerlof (Nobel de Economía en 2001), Daniel Kahneman (Nobel de Economía en 2002) y Amartya Sen (Nobel de Economía en 1998).


En el ámbito económico de la gestión empresarial también existen varios axiomas erróneos, complicaciones innecesarias y herramientas discutibles. Así, las normas internacionales de contabilidad (NIC) son injustificadamente complejas y extensas y además permiten alternativas de contabilización, lo que va en detrimento de su pretendida homogeneidad. Hace unos pocos años se cambiaron las NIC para permitir usar en ciertas situaciones el valor de mercado (fair value) en sustitución del valor de coste. El FASB (organismo privado estadounidense que emite principios o normas contables) acordó el 2 de abril de 2009 reformar la contabilidad de los activos financieros de los bancos, permitiéndoles no aplicar el citado valor de mercado y evitar así la quiebra de muchos de ellos debido a la pérdida de valor de muchos activos por la crisis. Es decir, primero se hizo una norma a la ligera y poco después, cuando su aplicación genera efectos no deseados, se deja en suspenso. En España el plan general de contabilidad de 2008 contiene una absurda y excesiva complejidad y no se adapta bien, sobre todo a las pequeñas y medianas empresas, que son la inmensa mayoría de las empresas del país.


En las últimas 3 o 4 décadas ha proliferado la publicación de multitud de técnicas o herramientas de gestión, la mayoría de ellas formadas por tres palabras con sus correspondientes acrónimos en inglés, tales como: MBO, TQM, BPR, ABC, ABM, BSC, JIT, EVA, CRM, VCA y TOC, parte de las cuales no pasó de ser una moda de corta duración, siendo catalogadas por la Harvard Business Review (80,10, 2002) después de examinar 1.700 trabajos sobre ellas de: sencillas, normativas, falsamente alentadoras y servir para todos.


Los modelos de bienestar económico, así como los encaminados a salir de crisis como la actual se asientan principalmente en el crecimiento económico, pero en un mundo con 7.000 millones de personas que siguen aumentando, ¿cómo es posible mantener un crecimiento económico continuado sin enfrentarse a los límites ecológicos de un planeta finito? Si de aquí al año 2050, cuando habrá al menos unos 9.500 millones de habitantes (límite inferior previsto por la ONU para dicho año) el PIB creciese una media del 2,5% anual (inferior a la tasa anual de crecimiento mundial de los últimos 10 años) y se llegase a un PIB medio por persona igual al 70% del de la media de la UE actual, sería necesario que el PIB mundial aumentase más de 9 veces sobre el actual. ¿Es esto viable? Aunque se plantease un sistema de crecimiento sostenible, algo muy difícil de lograr, nos acercaríamos peligrosamente al desastre. Todo esto supone de hecho la mayor injusticia intergeneracional de la historia, pues las siguientes generaciones, salvo que se produzca algún invento revolucionario del que actualmente no parece vislumbrarse ningún indicio serio, tendrán que vivir en un mundo esquilmado y muy degradado.


Evidentemente que hay espacio para la esperanza. En general, la humanidad ha evolucionado para mejor y no es lógico pensar que todo se derrumbe ahora, aunque nunca hubo tanto riesgo (por ejemplo, sólo en China mueren unas 400.000 personas al año por la contaminación). Urge tomar medidas en la ciencia económica que DeLong resume en: cambiar la ciencia económica usando menos modelos teóricos y más consideraciones de microestructuras, de límites del arbitraje y de sesgos cognitivos, más keynesianismo y monetarismo clásico, más historiadores económicos. Adicionalmente conviene promover el ahorro tanto energético como del resto de recursos, lograr planificar la población donde es necesario, reducir de forma sustancial la desigualdad, reformar los sistemas financieros para que cumplan su función y se evite la especulación desmesurada de unos pocos, dar más protagonismo a la política frente a la economía para gobernar el mundo, aplicar programas de gasto público, pero controlando la deuda, y, sobre todo, ir cambiando la falsa y bastante generalizada suposición de que los bienes de consumo representan nuestros sueños y proporcionan un puente tangible hacia nuestros ideales más elevados, y caminar así hacia otra mentalidad más realista y más acorde con una verdadera calidad de vida sostenible ahora y en el futuro.

domingo, 8 de julio de 2012

Despues de dar un paseo por Gijon. Me apena...

Despues de dar un paseo por Gijon.
Me apena la situacion de esta mi ciudad, las tiendas estan sin un cliente al que ofrecer sus productos ni con rebajas ni sin ellas, decenas de locales vacios, algunos nuevos negocios (por darle un nombre) son almacenes donde se venden articulos rescatados de la basura;
Fotos de Fernando Garcia | Facebook
¡Bienvenido a Facebook en Español (España)! Facebook es una herramienta social que pone en contacto a personas con sus amigos y otras personas que trabajan, estudian y viven en su entorno. Facebook se...
Ver o comentar la publicación de fernando carlos Garcia »

A ver si por fin, se nos empieza a ver cabreados...

A ver si por fin, se nos empieza a ver cabreados.




Pasar este mensaje, que arrase en Internet.


España debe bajar su déficit en 9,4 puntos porcentuales en la próxima década, una de las reducciones más drásticas del mundo, según el Fondo Monetario Internacional que además pide un recorte en las prestaciones sanitarias de nuestro país para reducir la deuda.
Fotos de Fernando Garcia | Facebook
¡Bienvenido a Facebook en Español (España)! Facebook es una herramienta social que pone en contacto a personas con sus amigos y otras personas que trabajan, estudian y viven en su entorno. Facebook se...
Ver o comentar la publicación de fernando carlos Garcia »

Google+ stream: #SaveTheArctic

Google+ stream: #SaveTheArctic
See the latest about #SaveTheArctic and find people who share your interests. Google+ search streams bring you updates from your circles, public Google+ posts and news from around the web.
Ver o comentar la publicación de fernando carlos Garcia »

Pongamos que sobrevivo en Madrid Los recortes a lo público, la pobreza, la contaminación o el encarecimiento del transporte son algunos de los problemas más graves en la capital






Existe un Madrid impecable, moderno y cosmopolita, que se refleja en las campañas de publicidad de la Comunidad, se empaqueta y se abrillanta para atraer los Juegos Olímpicos omacroproyectos como el Eurovegas. Se trata de esa misma localidad que recibe piropos de amigos de Esperanza Aguirre, como el escritor Mario Vargas Llosa, que la califica como una auténtica "ciudadela de la democracia".
Sin embargo, "allá donde se cruzan los caminos" existe otro Madrid al que Ana Botella y la presidenta parecen no querer mirar, uno que afecta de lleno al madrileño de a pie; una ciudad en la que la policía secreta detiene a manteros a punta de pistola y que tiene un aire con niveles de contaminación ilegales, lo que sirve de excusa para subir el coste de los aparcamientos. Mientras, el precio de los transportes públicos, como el metro, no deja de subir, y sus horarios de funcionamiento no cesan de recortarse, pero la población se ve obligada a desplazarse diariamente en ellos hasta su puesto de trabajo.
Existe otro Madrid el que los trabajadores de servicios públicos se han visto obligados a organizar mareas verdes y blancas para detener los brutales recortes de presupuesto en Educación y Sanidad. Una ciudad en la que ir una tarde a una piscina pública cuesta más de cuatro euros o recorrer diez paradas de metro más de dos euros. Mientras la labor asistencial del Estado se debilita, las situaciones de miseria se hacen cada vez más visibles. Según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, sólo en la capital, 1'4 millones de personas están en riesgo de exclusión y casi un millón está por debajo del umbral de pobreza. Sin embargo, hurgar en la basura puede acarrear una multa de 750 euros.

La lucha de cada día por lo público

 Al mismo tiempo que los servicios sociales sufren recortes en Madrid,los trabajadores públicos organizan acciones para defenderlos. Las manifestaciones más multitudinarias han sido aquellas que reivindican una sanidad y educación de calidad y para todos, pero no son las únicas. En muchos puntos de la capital se suceden pequeñas protestas que, sin embargo, no llegan a tener la suficiente trascendencia mediática. La semana pasada, medio centenar de trabajadores se encerraba en la Oficina de Empleo de Goya para oponerse a la bajada salarial y a los recortes de plantilla en el área asistencial. Ellos no son médicos ni profesores, pero sí son todo lo demás: asistentes a mayores y personas con discapacidad, en peligro de pobreza o exclusión, trabajadores en barriadas desfavorecidas, agentes forestales o asesores y formadores de desempleados, entre otros.
"La gente no se está dando cuenta de todo lo que nos están quitando y, cuando ocurra, todo esto va a ser muy difícil de recuperar", lamentaba Eva López, secretaria del sector de Administración Autonómica de UGT, una de las encerradas. "Cuando estos recortes se materialicen va a ser imposible que se pueda dar el mismo servicio a la población, eso lo vamos a sufrir todos", adelanta. Las protestas se suceden sin descanso. Al día siguiente, trabajadores del Hospital Infantil La Paz colocaban pancartas a sus puertas con la frase: "Ni un sólo despido, todos somos necesarios".
Una veintena de trabajadores despliega unas pancartas a las puertas del Hospital La Paz - E.M.

Máster en supervivencia

Aún con la resaca de la victoria de la Eurocopa, en la céntrica iglesia de San Ginés se celebra una boda. En un momento determinado, suben al altar varios de los invitados para leer una serie de deseos dedicados tanto a los novios como al país. Cuando llega el turno de una chica joven, ésta lee: "Por España, que en estos tiempos de Eurocopa y crisis sepamos unirnos todos y remar en la misma dirección".
Alejandro asegura que hay mucha solidaridad entre las personas que se ganan la vida en la calle
Sin embargo, a pocos metros de la iglesia, Alejandro, de 50 años y licenciado en Economía, se enfrenta solo a una realidad social sin perspectivas, como tantas otras personas que intentan ganarse la vida en las calles de Madrid. Hasta hace cuatro meses era el director de una pequeña discográfica, pero hoy su 'oficina' está pegada a un árbol en la calle Arenal, junto a la emblemática Puerta del Sol. De conversación inteligente y educada, este parado vende —sobre una caja de fruta que hace las veces de mostrador— manualidades que confecciona él mismo a partir de ramas, azulejos y otros restos que encuentra en la calle. No ha perdido la esperanza, por lo que se levanta temprano para enviar currículums gracias a la conexión a internet de una biblioteca pública cercana. "Tengo que tomármelo así, porque si no me pego un tiro", admite. "He pasado muchos días llorando, y muriéndome de vergüenza, pero ahora me estoy acostumbrando a esto, ycuando salga escribiré un libro con todo lo que estoy viviendo", asegura con media sonrisa.
"La policía me dice que hago venta encubierta, pero no tengo ayudas y he de llevar dinero a casa"
De vez en cuando —cuenta— algunos peatones se ríen de él o le faltan el respeto por encontrarse pidiendo en la calle. Por eso ha colocado este cartel junto a su improvisada tienda: "Soy español, no tengo trabajo ni cobro ayudas. Busco trabajo. No te rías, pienso encontrarlo, yo no me rindo. Una ayuda, por favor". Alejandro ha sentido la solidaridad de otros en su misma situación. De pronto, un joven de piel oscura se acerca y le entrega una bolsa con dos naranjas y algunas cerezas. Se saludan amistosamente durante unos segundos, y el recién llegado se va. "Es normal, nos ayudamos en todo lo que podemos", afirma, y señala a un asiático que, a apenas veinte metros, vende figuras fabricadas con plantas: "Él no habla ni una sola palabra de español, pero por gestos conseguimos comunicarnos y estar pendientes el uno del otro".
Uno de los problemas que más preocupan a Alejandro es la acción de la policía secreta, que ya se ha acercado en varias ocasiones para advertirle que lo que hace es ilegal. "Me dicen que lo que hago es venta encubierta, pero no es verdad, yo ofrezco mis manualidades y pido la voluntad", refuta. Los agentes le ordenan quitar las cajas de cartón que usa como mostrador y taller, algo a lo que él se niega. "Aún no me han dado ayudas del Estado, estoy a la espera, y necesito llevar dinero a casa de alguna manera", comenta, resignado, antes de repetir que necesita encontrar trabajo, "además de por el tema económico, lo necesito ya por el psicológico, tengo que hacer algo".
La tienda de manualidades de Alejandro en Madrid - E.M.

Refugiados a la deriva

Estos cubanos denuncian la hipocresía del Gobierno, por el que se sienten abandonados
Las quejas sobre la actuación policial se vienen haciendo también desde los movimientos sociales madrileños, como el 15-M, que ha denunciado en varias ocasiones que las autoridades recurren a una "estrategia del miedo" para enfrentarse a las protestas civiles. Los cubanos acampados frente al Ministerio de Exteriores, que llevan casi tres meses instalados con sus pertenencias en la plaza para reclamar al Gobierno español que cumpla con sus compromisos, también están indignados con la manera de proceder de la policía. Carlos Rodríguez, que se presenta como ex teniente del ejército, explica que llegaron hace algo más de un año a raíz de un acuerdo adoptado por el gobierno del PSOE, en calidad de refugiados políticos, en el que se les aseguraba una ayuda de 2.000 euros por persona al mes durante dos años. Al poco tiempo, denuncia, el ejecutivo cortó esa asistencia. "Nunca vimos más de 1.500 euros por familia, y ahora estamos en la calle", asegura. Estos cubanos también culpan al PP por mantenerlos desamparados. "El señor Margallo ha declarado que no tendría relaciones con Cuba hasta que no pudiera hablar con la disidencia de la Isla. Pues bien, aquí tiene a la flor y nata de esa disidencia y no se ha dignado a salir por la puerta si quiera para saludarnos", ironiza.
 Rodríguez cuenta que los primeros días de acampada fueron los peores."Llegó mucha policía y nos bloquearon, no dejaban ni si quiera que se acercara la prensa", explica. "De vez en cuando vuelven para decirnos que no podemos estar aquí y, en una ocasión en la que algunos compañeros se ataron para que no nos pudieran desalojar, la Policía los maltrató y les llegó a causar heridas", denuncia. Sin embargo, estos cubanos pronto sacan su lado optimista y aseguran que, aunque el Gobierno no esté haciendo nada bueno por ellos, la gente sí se acerca para ofrecerles ayuda. Ahora, dos del grupo se encuentran en huelga de hambre para intentar llamar la atención sobre la situación que atraviesan, y, aunque creen que será difícil, no abandonan la esperanza.
En el centro de la plaza se amontonan los sacos con ropa y, entre ellos, más de una decena de cubanos de todas las edades se encuentran sentados en grupos y charlando, resignados. Aunque Rodríguez y su compañero Javier Fernández se encuentran en huelga de hambre, ellos no son los únicos del grupo que están atravesando dificultades. "Dormimos todos en los soportales que hay aquí al lado, en los que ponemos colchones. Es una situación dura, sobre todo para algunos de nosotros. Hay una señora con 70 años que sufre además de reuma y tiene problemas de hipertensión", comenta Rodríguez.

Un alcalde en huelga por la energía renovable

 Hasta el Paseo de la Castellana, el alcalde de un pequeño pueblo de Alburquerque, Ángel Vadillo, ha llevado la reivindicación de una región entera por "una alternativa de empleo basada en un nuevo modelo energético".  El edil lleva en huelga de hambre desde el 10 de junio frente al Ministerio de Industria, en lo que considera como "el último recurso" para conseguir que Aburquerque no se quede sin los cinco proyectos de termosolares que el Gobierno de Rajoy ha echado por tierra, que según explica supondría la pérdida de miles puestos de trabajo y "un paso atrás en política medioambiental".
Vadillo, siempre armado con su botella de agua con azúcar, aguanta con ánimo en su cuarta semana de huelga de hambre gracias a la compañía de vecinos y amigos de Alburquerque, pese a que admite que las autoridades tienen los oídos cerrados. Asegura que el ministro de Industria, José Manuel Soria, igual que antes los presidentes Felipe González o José María Aznar, está "al servicio del lobby" de las compañías eléctricas, pero seguirá con la huelga porque considera que "la verdad" está de su parte. "El ministro me ha creado un problema a mí, pero yo también se lo puedo crear a él. Si a mí me pasa algo se va a saber la verdad sobre las renovables",sentenciaba la semana pasada en declaraciones a Público.es.
PUES TODA ESTA GENTE Y MAS DEBERIAN DE JUNTARSE A LOS MINEROS PARA PEDIR LA DIMISION DE TODA ESTA PANDILLA DE LADRONES QUE NOS GOBIERNAN , YA NO PEDIMOS AYUDAS PEDIMOS LA DIMISION PORQUE SI DIMITEN TODO VOLVERA A SU CAUCE Y TENDREMOS TODO LO QUE LOS FACISTAS GOBERNANTES NOS ESTAN NEGANDO Y VIVIREMOS UN POCO MEJOR SOLO HAY QUE ECHARLOS Y TENER MUY CLARO A QUIEN VOTAR SI A LOS QUE COMULGAN CON BRUSELAS PARA ENRIQUECERSE O A LOS QUE MIRAN PARA EL PUEBLO PARA PODER SEGUIR VIVIENDO