miércoles, 10 de octubre de 2012

Licenciado endeudado y marginado WALTER OPPENHEIMER




La subida de tasas con merma de becas conduce al sistema hacia la desigualdad

El ministerio propone un modelo de préstamos que requiere mucho dinero y precauciones, advierten los expertos


Los británicos ya han observado una caída en la entrada en los campus
La subida de las matrículas llega a alcanzar los 400 euros
Tiene más cabeza un burro que se muerde la cola que el gobierno y ministros. Dejar la educación en manos de los bancos, es como fue en épocas de Aznar la apuesta por el ladrillo, especulación, liberalización= pobreza, quiebra, corrupción) en manos de los bancos. Que dejen los ministros y el gobierno de confundir y comparar a España con sistemas educativos y económicos que no tienen nada que ver q si el inglés, americano, australiano, canadiense para justificar otra vez el robo de los recursos haciéndole sentirse parte del 1º mundo, y miren la cruda realidad de España que es que los sueldos son del tercer mundo o menos para profesionales que todavía trabajan o trabajan sin sueldo y pagando, que el paro censado del 25% no deja suficiente dinero para devolver un préstamo y desgraciadamente los impuestos de todos los ciudadanos no se destinan para mejorar esta situación sino para salvar a los "bancos". Que en una estado que no produce sino fiestas, semanas grandes, fútbol, borracheras, sexo y turismo desmadrado se demandan vendedores ambulantes, putas y fiesta!

Con precios de las matrículas crecientes y becas menguantes, la Universidad española corre el riesgo de convertirse en un sistema “muy desigual, porque básicamente solo los ricos podrían permitirse el lujo de estudiar, perpetuando las desigualdades sociales”, describe desde la distancia de una observadora internacional la profesora de la Universidad de York, en Toronto (Canadá), Sheila Embleton. Es la misma lectura que hacen quienes protestan desde hace meses en las facultades españolas. Frente a esas movilizaciones y esos miedos, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, apuntó recientemente la posibilidad de establecer un sistema de préstamos a estudiantes que le permitan a cualquiera pagar esas tasas que hoy son más caras. Su departamento está “en conversaciones muy avanzadas” con el Instituto de Crédito Oficial (ICO)para ponerlo en marcha, aseguró.
Sin embargo, con independencia de la credibilidad de la puesta en marcha de esos préstamos en el actual contexto de crisis —enquistada entre otras razones por la falta de crédito—, la experiencia en otros países apunta a que ese tipo de sistemas se deben implantar con sumo cuidado, para que no acaben generando aún más desigualdades, y teniendo bien claras las respuestas a las preguntas cruciales de este debate: ¿quién debe pagar la universidad?, ¿cómo?, ¿cuánto?
La universidad, como cualquier servicio, lo puede pagar principalmente el Estado (es decir, entre toda la sociedad a través de los impuestos) o principalmente el que la usa, es decir, en este caso, los estudiantes y sus familias a través de las matrículas. Esos dos modelos básicos están representados en sus extremos por los países escandinavos (donde la matrícula es gratuita) y por países como EE UU o Chile (donde los alumnos asumen la mayor parte del coste).

Inglaterra pasó de un
 sistema gratuito a cobrar
 más de 11.000 euros
Aunque entre unos y otros hay muchos puntos intermedios, en la mayor parte de los casos donde las matrículas son altas existen fuertes sistemas de becas y ayudas al estudio para asegurar que nadie con capacidad se queda sin estudiar por falta de recursos. Es decir, lo que en términos sociales se llama asegurar la igualdad de oportunidades y, en términos económicos, evitar la pérdida de talento de los recursos humanos de un país.
Hasta ahora, España entraba en la categoría de precios bastante asequibles, pero con un “limitado acceso a ayudas”, decía un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). España destina a becas y ayudas el 0,11% de su PIB frente al 0,29% del PIB de media en los países de la OCDE, y el 0,37% de Australia. En España, en 2009 un tercio de los universitarios tenía alguna beca o ayuda; en Australia era el 81% y en EE UU, el 76,5%, según los datos publicados por la OCDE.
Pero desde este año, el cambio normativo fijado por el Ministerio de Educación español ha significado una liberalización de facto de los precios en las universidades públicas (con unas subidas que llegan en algunas comunidades hasta el 50% para los recién llegados, hasta 400 euros, y mucho más para los repetidores y los alumnos de máster) que conduce al sistema hacia una especie de tierra de nadie, pues elcrecimiento de las tasas no se está compensando con más becas.

Wert negocia con el ICO 
para
 lanzar préstamos para los estudiantes
De hecho, lejos de subir, las ayudas se enfrentan a fuertes tensiones por los recortes educativos. Además, independientemente de los presupuestos (por segundo año, el Gobierno los ha mantenido para las ayudas generales universitarias), los nuevos requisitos de notas que han de obtener los becarios para seguir siéndolo harán que este año pierdan la ayuda en torno al 17% y que la cifra llegue a más del 32% el próximo curso, según los cálculos de los especialistas en financiación universitaria Juan Hernández Armenteros (Universidad de Jaén) y José Antonio Pérez García(Politécnica de Valencia).
En ese contexto —las protestas de la comunidad universitaria y el malestar de los alumnos afloran constantemente en este principio de curso en forma de movilizaciones— aparece la propuesta del ministerio de un sistema de préstamos.
Y llega apenas seis meses después de que el propio ministerio eliminara la única convocatoria de este tipo que existía en España (préstamos avalados por el ICO para estudiar másteres o doctorados), porque las condiciones que se podían ofrecer eran muy poco ventajosas. “En 2011, las condiciones marcaban unos intereses del 5,43% y, con ellas, la demanda no llegaba a las 1.000 solicitudes. Por eso, el ministerio decidió suspenderlos temporalmente hasta que se logren unas condiciones adecuadas.
Ahora nos encontramos en el momento en el que se sigue negociando con el ICO unas condiciones favorables para los estudiantes”, explica un portavoz de Educación.

Solo un tercio de los
 alumnos
 tiene ayuda en España;
 en EE UU es el 76%
Estos créditos nacieron con el nombre de préstamos-renta, pues los beneficiarios no debían empezar a devolverlo hasta que terminaran los estudios, encontraran un empleo y alcanzaran un determinado nivel de ingresos. Algo parecido es lo que hace unos años le recomendó a España la OCDE: subir los precios de las matrículas para asegurar mejor la calidad y sostenibilidad de las universidades, pero, a la vez, “ampliar y diversificar considerablemente el sistema de apoyo a los estudiantes”, esto es, complementar el sistema de becas para aquellos alumnos con menos recursos “con un plan de préstamos universal a devolver en función de los futuros ingresos”.
Este era exactamente el plan del anterior Gobierno del PSOE (que planteaba encarecer las matrículas, sobre todo, a los repetidores, a la vez que engordaba las ayudas), pero con la idea de implementarlo una vez superada la actual crisis económica. “Lanzar un sistema de préstamos de este tipo es muy caro, y España probablemente no esté en condiciones de hacer esa inversión. Requiere un importante gasto inicial que solo se recupera cuando los estudiantes comienzan a pagar”, explica la analista de educación superior de la OCDE Barbara Ischinger.
En todo caso, prospere o no la iniciativa del ministro, ya ha reabierto el debate que está recorriendo todo el planeta sobre la sostenibilidad de una universidad de masas y que en España sigue abierto de par en par. El mes pasado, la OCDE fue la anfitriona de una conferencia internacional sobre el tema dirigida por Ischinger, en la cual se repasaron los distintos modelos de financiación de los campus que existen en todo el mundo. Por ejemplo, el británico, al cual aludió la secretaria de Estado Montserrat Gomendio cuando mencionó recientemente también los préstamos para estudiantes.

La idea es compensar esa brutal subida con un sistema que permite a los estudiantes no pagar nada hasta que, una vez acabados los estudios, se han incorporado al mercado de trabajo y están ganando un sueldo de al menos 21.000 libras anuales (26.250 euros). El dinero se presta a un interés del 3% más la inflación y la parte a devolver cada año no puede superar el 9% del salario de ese año.El sistema de tasas universitarias que se aplica en Inglaterra (Escocia, Gales e Irlanda del Norte tienen transferidas total o parcialmente las competencias) es extraordinariamente polémico y cuenta con el rechazo absoluto de los jóvenes. Inglaterra ha pasado de un sistema completamente gratuito a pagar unas tasas de 1.000 libras anuales (1.250 euros) en 1998, un máximo de 3.000 en 2003 y un tope de hasta 9.000 libras anuales (11.250 euros) desde diciembre de 2010.
Aunque el modelo cuenta con la ventaja de que la educación la paga quien se beneficia de ella, y no todos los contribuyentes, y no hay que tener el dinero por adelantado para poder estudiar, lo cierto es que desincentiva a los jóvenes más humildes para estudiar una carrera. Además, provoca una división entre estudiantes pobres, que irán a las peores universidades porque son más baratas, y los ricos, a pesar del sistema de becas y ayudas para los estudiantes con mejor historial procedentes de familias con bajos ingresos. Asimismo, el gran problema es que el sistema ha disparado enormemente el coste de los estudios y deja a los recién licenciados con una deuda inmensa en un momento en el que probablemente necesitan el dinero para poder financiarse un modo de vida independiente de sus familias.
“Aún es pronto para evaluar el sistema inglés, pero parece que de momento ya ha reducido la entrada de jóvenes en la universidad, lo cual es preocupante”, dice el profesor de la Universidad de Helsinki Ilkka Arminen. “Además, la amortización de los préstamos puede tener efectos a largo plazo”, añade.

Sacarse una licenciatura en Estados Unidos en 2010 costaba unos 9.654 euros de media, también en la pública. Hasta los años setenta las matrículas en centros públicos de Nueva York y California eran gratuitas, pero la idea del coste compartido se fue imponiendo de tal manera (acompañado por lo que pronto se convirtió en un negocio de préstamos estudiantiles) que el precio ha aumentado en un 900% en los últimos 30 años y desde 1999 las cifras de la deuda estudiantil también se han disparado en un 511%, hasta alcanzar en 2010 los mil millones de de dólares. Tan es así, que el presidente Barack Obama tuvo que anunciar el año pasado un plan para aligerar la devolución de créditos de los titulados que peor lo están pasando y que el movimiento Ocupa Wall Street llegó a recoger firmas de universitarios dispuestos a no pagar sus deudas.Un ejemplo de esos efectos está en Estados Unidos, donde millones de jóvenes se han visto atrapados con deudas enormes, dentro de lo que muchos expertos han llamado la “burbuja universitaria”. Es algo parecido a la burbuja inmobiliaria que tanto le sonará al lector español. Al fluctuar en el mercado el precio de una vivienda (o una carrera universitaria) en un contexto de absoluta facilidad para acceder al crédito, el precio de casa (carrera) se puede ir inflando artificialmente hasta alcanzar un coste absurdo que no se corresponde con su valor real (los trabajos a los que dan acceso esos títulos), a pesar de lo cual el comprador-titulado se ve obligado a pagarlo durante años y más años...
“Más allá de la retórica de EE UU sobre la bondad de que los consumidores-estudiantes tomen decisiones bajo criterios de inversión, la realidad es que la mayoría de los estudiantes pobres tienen enormemente limitadas sus opciones de educación superior”, explica la profesora de la Universidad George Washington (Estados Unidos) Elaine El Khawas.

En EE UU, millones de jóvenes están atrapados con grandes deudas
La profesora cree en las bondades de que el Estado sea el principal pagador de la universidad —“Es mejor para el crecimiento económico y para la movilidad social”, señala—, pero admite que ese modelo es imposible “a menos que la mayoría de los votantes crean en él y confían en su Gobierno de mantenerlo a largo plazo”. “Mi corazón está con este sistema, sobre todo, porque es compatible con las esperanzas y los sueños de las personas, independientemente de su origen. Mi cabeza, sin embargo, acepta que la mayoría de los Gobiernos de todo el mundo, y organizaciones internacionales como el Banco Mundial, prefieren el modelo de financiación compartida”.
Un modelo que también defiende la profesora de la Universidad de York, en Toronto, en Canadá, Sheila Embleton. Y plantea la pregunta básica: ¿cuánto entonces debe pagar cada uno si todos se benefician, individuo y sociedad? “Es difícil, pero mi opinión es que cuando la recompensa personal es particularmente alta (por ejemplo, un MBA, el título de médico), la proporción que paga el estudiante debe ser mayor. También creo que siempre debe estar disponible una combinación de beca-préstamo que permita a un estudiante pobre pagar por un programa de MBA, pero, dado que los ingresos futuros serán altos, me parece bien que el préstamo a devolver sea alto”, añade.
El Khawas considera que el mejor modelo de coste compartido es el australiano. Es parecido al inglés, es decir, los alumnos no tienen que pagar, pero luego tienen que devolver el dinero de las tasas una vez que están trabajando, pero “incluye muchos ajustes para permitir a aquellos que terminan trabajando por un salario bajo o no funciona en absoluto”, dice, además, de permitir que en algunos casos los préstamos se conviertan en becas si se obtienen muy buenas notas

lunes, 8 de octubre de 2012

Ayer emigró mi hija Publicado: 04/10/2012 carlos-m-duarte


Esta vez no voy a hablar de ciencia ni políticas de I+D; lo retomaré en el próximo post. Esta vez voy a hablar de lo que ocurre en mi casa, y que refleja lo que con toda seguridad está ocurriendo en muchos otros hogares, porque en el día de hoy la verdad es que no puedo pensar en otra cosa.
Ayer me despedí de mi hija. Emigra en busca de un futuro que no ha podido encontrar en su país y que la sociedad, o sus padres, no le ha sabido dar.
Es extraordinariamente frustrante para un padre ver marchar a sus hijos, pero mantenerlos a costa nuestra no es opción porque supondría llevarles a una situación en la que quedarán atrapados sin futuro.
Vivir en el extranjero ni es nuevo para ella ni le intimida, porque en los últimos 5 años ha vivido y trabajado en Canadá, Francia e Inglaterra, pero entonces se trataba de mejorar sus cualificaciones profesionales. Ahora se trata de rebelarse contra quienes se refieren a su generación como la generación perdida. Marchar le ha costado quedarse sin pareja, por lo que el llanto, apagado, que oía por la noche desde mi cama, se me hacía aún más amargo.

Como muchos jóvenes de su edad, mi hija ha completado su formación profesional con el paso cambiado. En la primavera regresó a España con la intención de buscar un empleo en España, en lo que fuese pero a poder ser "de lo suyo". Consiguió algunas entrevistas de trabajo, pero las condiciones siempre eran abusivas: salario de becario, 400 € al mes, para una persona con una licenciatura, un master, que domina cuatro idiomas y con experiencia laboral en el extranjero. Estos sueldos no le darían ni para comer ni para alquilar una habitación en las ciudades donde le ofertaban estos empleos. Tendría que tener una ayuda de sus padres, a lo que, por supuesto, estamos dispuestos. Pero ella no quiere seguir dependiendo de nosotros, con una ayuda que, de hecho, estaría subsidiando a los empresarios que abusan de nuestros jóvenes.
Este verano han pasado por casa, para despedirse, muchos amigos suyos. Sus conversaciones siempre giraban en torno a lo mismo: la depresi?n de la crisis, los despidos o el miedo a ser despedido, los abusos de los empresarios que, aprovechándose de la crisis imponen condiciones leoninas, despidiendo a buena parte de la plantilla para que los "supervivientes" hagan el trabajo del resto, intimidados por la amenaza de ir a la calle. Me pareció que se sienten culpables y quizá -como a todos- algo de culpa les corresponde, pero no el peso excesivo que estamos cargando sobre ellos.

En Mallorca, donde vivo, ha sido un año espectacular de turismo, con cifras récord de viajeros e ingresos. Un amigo que tiene un restaurante me dice que este verano ha hecho un 15 % más de caja. Sin embargo, muchas empresas del sector han despedido a buena parte de sus plantillas, de nuevo forzando al resto a asumir las tareas de los despedidos, aprovechándose del miedo a perder el empleo para aumentar sus márgenes de beneficios. ¿Es esto lo que ha conseguido la reforma laboral?.

La mayor parte de sus amigos también emigraban, unos a Alemania -sin saber alemán pero cargados de ilusión y desparpajo; otros a Uruguay, para poder desenvolverse en español, otros a Canadá, Australia, Inglaterra, Noruega... Estoy seguro de que muchos se han ido en condiciones mucho más difíciles que mi hija o sus amigos, o que incluso, queriendo hacerlo, no se hayan podido ir porque tengan dependientes a su cargo a quienes no puedan abandonar.
La emigración no es nueva en nuestro país, pero pensábamos haberla dejado atrás en el siglo XX y haberla cambiado por la movilidad internacional. Pensábamos que nuestros jóvenes se formaban y maduraban en un país moderno, avanzado, miembro destacado de la Unión Europea, con euros en su bolsillo, y pujando por entran en el G8 ante el asombro del mundo. Todo eso era una ilusión, un escenario de cartón piedra.

Como padre me siento inmensamente frustrado y fracasado. Los padres siempre anhelamos que nuestros hijos conozcan una vida mejor que la que nosotros tuvimos, y así ha sido al menos desde que la Guerra Civil nos hizo tocar fondo. Ochenta años después estamos cayendo en barrena en una involución económica y política que, ya lo escribía hace un año, amenazaba con arrastrarnos por el túnel del tiempo hacia la España de mi infancia en los años 1960, a la que ya estamos llegando en muchas cosas.
También me siento frustrado como formador de jóvenes científicos, aunque estos, estoy convencido, tienen un mejor futuro, porque el largo período de formación de investigadores, que se completa al final de treintena, supone que estos jóvenes, de la misma edad que mi hija, a quienes dirijo tesis de doctorado y master, seguirán progresando como científicos para -espero- completar esa formación cuando nuestro país haya salido del hondo agujero en que se encuentra. Sin embargo, para ellos no será fácil, y también habrán de ser duros y resistentes para salir adelante.
Pero no se trata de compartir mis sentimientos como padre ni como formador de jóvenes investigadores, sino de mis sentimientos como ciudadano español. ¿Qué futuro espera a una sociedad en la que sus jóvenes solo tienen la opción de desaparecer o amoldarse a condiciones laborales las más de las veces abusivas y requiriendo del subsidio de sus padres?

Los medios de comunicación les llaman, y me repugna que lo hagan, la generación perdida. Pero ¿acaso no somos nosotros -los de mi generación, nacidos entre 1950 y 1970- los del gran batacazo? Una generación de irresponsables: los unos por lanzarse a la fiebre del oro pensando que se vendían duros a peseta, los otros, entre los que me cuento, por mirar para otro lado. Con un sistema político degradado basado en partidos clientelistas que se alimentaban, y todos lo sabemos, de la burbuja inmobiliaria y los pelotazos urbanísticos. El objetivo de la recaudación de impuestos para contar con abundantes presupuestos para colocar a los del partido en empresas públicas municipales y consejos de dirección y cajas de ahorro con sueldos públicos; financiación ilegal de partidos y dinerito para el bolsillo de los más descarados (basta ver las portadas de los diarios). Muchos declaran ahora, pobrecitos, que las pasan "canutas" con sus sueldos públicos... y es así porque ya no reciben los "extras" que a tanto oportunista trajo a la política. Basta recordar aquellas palabras, en una grabación de un político que llegó, a pesar de ellas, a ser presidente autónomico y ministro del Gobierno, diciendo que "yo estoy en política para forrarme" (busquen esta cita en Google y sabrán de quien se trata<http://www.google.es/search?hl=en&q=yo+estoy+en+pol%C3%ADtica+para+forrarme&oq=yo+estoy+en+pol%C3%ADtica+para+forrarme&gs_l=serp.3..0i19.21138.22723.0.23766.2.2.0.0.0.0.75.147.2.2.0.les%3B..0.0...1c.1.n21XVDvILCY>). También recuerdo otra grabación donde un empresario corrompía a un político municipal prometiendo algo así como (no recuerdo la frase exacta), que "te voy a asegurar el futuro a tí y a diez generaciones de los tuyos". Repugnante, pero todos lo sabíamos, todos oíamos estas palabras en los medios de comunicación.


Al menos la justicia está, pacientemente, haciendo aflorar esos delitos, aunque lo que salga a la luz no sea más que la punta del iceberg. Espero que también les llegue el turno a los colaboradores necesarios: los banqueros, que en vez de tener que dar cuentas de su actuación se deben estar riendo a carcajadas tras la publicación de los nuevos presupuestos del Estado en los que pagamos el rescate a los bancos a costa de nuestra salud y educación<http://www.huffingtonpost.es/2012/09/27/presupuestos-2013-el-gobi_n_1919074.html>. Con ayuda de los políticos, que libraron a los banqueros de toda regulación efectiva.


Nadie pide perdón a nuestros jóvenes. Yo lo quiero hacer desde aquí, por la responsabilidad, quiero creer que poca, que me toca.
Acostumbrados a comulgar con rueda de molino, ya no nos da escalofríos saber que la cifra de desempleo entre nuestros jóvenes supera el 50 %<http://www.lavanguardia.com/economia/20120810/54335962432/paro-juvenil-espana-alemania.html> (sin contar, claro está, con los que ya se han ido, que son multitud). Mientras la Roja siga metiendo goles y Cristiano esté alegre seguiremos embotados y aceptando con resignación estos males que se nos han echado encima, sin que nadie asuma responsabilidades y nadie pida perdón.

Hay quien se felicita, estúpidamente, de que muchos seguimos en silencio, pero algo está cambiando. Ya no nos vale más de lo mismo, ya no nos aplacan con mentiras calculadas, engaños burdos, eufemismos y la cantinela de que lo que nos pasa es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos merecemos lo que pasa.

Deberíamos hacer todos un esfuerzo gigantesco para asegurar un futuro a nuestra juventud, porque ese futuro es también el nuestro. Una sociedad cada vez más envejecida que tendrá un porcentaje de jubilados enorme que solo se podrá sostener con una población laboral dinámica y productiva, la misma que estamos enviando al extranjero o arrinconando en los hogares paternos. No veo otra solución al arranque necesario de la creación de empleo en España que un nuevo movimiento de cooperativas para la innovación, que debieran priorizar las iniciativas de nuestros jóvenes, que tienen estupendas ideas, y apoyarlas con recursos públicos; invertir en nuestros jóvenes es hacerlo en nuestro futuro.
Pero quienes deben utilizar nuestro esfuerzo, que son nuestros impuestos, para fomentar políticas de empleo para jóvenes están de nuevo distraídos en cálculos de sus miserables ventajas políticas. Nuestras instituciones políticas siguen siendo lo de siempre: en una expresión inglesa, el mismo circo con distintos payasos. Nada ha cambiado, pero es imprescindible que lo haga.

Nos hemos dado el gran batacazo, pero pongámonos en pie, sacudámonos el polvo y pongámonos a caminar, aunque para ello tengamos que librarnos del enorme peso de la incompetencia política que en buena medida nos ha traído a donde estamos.

Deseo que mi hija y todos los que como ella se han ido a la emigración, sean felices y puedan en un futuro cercano regresar a su país para contribuir, con su capacidad, a nuestro futuro.
Me gustaría cerrar este texto recitando a mi hija, y a todos los jóvenes de su generación que, como ella han emigrado, el poema de José Agustín Goytosolo, Palabras para Julia<http://www.poesi.as/jag0020b.htm>; pero es mejor que lo escuchen cantado por Paco Ibáñez en su concierto en el Olympia de París.
Enviar este artículo
<http://reddit.com/submit?url=http%3A%2F%2Fwww.huffingtonpost.es%2Fcarlos-m-duarte%2Fayer-emigro-mi-hija_b_1934872.html&title=carlos-m-duarte:%20Ayer+emigr%C3%B3+mi+hija><http://www.stumbleupon.com/submit?url=http%3A%2F%2Fwww.huffingtonpost.es%2Fcarlos-m-duarte%2Fayer-emigro-mi-hija_b_1934872.html&title=carlos-m-duarte:%20Ayer+emigr%C3%B3+mi+hija>