martes, 2 de julio de 2013

«La clase media ya no somos propietarios y eso supone el declive de todo el sistema»


«El banco que sobrevaloró una casa cometió una estafa por darle más valor por la hipoteca, y otra estafa son las preferentes» 

Manuel García Garrido Catedrático y fundador de la UNED.      Manuel García Garrido está considerado el principal romanista de nuestro país, hasta el punto de que sus textos han sido traducidos al italiano. En 1972 puso en marcha la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), siendo su primer rector. Ayer participó en la inauguración del curso de verano 'El derecho omnipresente', que organiza el centro asociado de la UNED en Asturias, bajo la dirección de Federico Fernández de Buján, y pronunció una conferencia titulada '¿Existe todavía el derecho de propiedad?'.


-El título de su conferencia es inquietante.

¿Hay alguna duda de que exista la propiedad privada?

-Hay muchas dudas. La propiedad, tal y como se concibe históricamente, tiene un alcance ilimitado, pero tampoco era absolutamente plena, porque a su lado estaban las posesiones, especialmente en el Derecho Romano. ¿Qué supone una divulgación de propiedad? Pues una clase media como la que existió en Roma, en la que el agricultor era, al mismo tiempo, legionario. ¿Por qué Roma decae? Porque este campesino-soldado, aterrado ante los impuestos que le llegan -como ocurre ahora en España, donde hay una clase media que está pagando todos los impuestos-, consigue que el Ejército ya no lo sea de ciudadanos, sino de mercenarios que llevarán a la disolución y al final del imperio.

-¿Estamos ante una situación similar?

-Ahora estamos también en un cambio de sistema, pero hay que diferenciar la propiedad rústica y urbana de la general, como la propiedad intelectual, la de los autores a los que les copian los libros o se descargan en redes sociales. Ahí no hay propiedad. Pero ahora encontramos anuncios en la prensa en los que le dicen que la casa que usted tiene ha de rebajarla el 70% si la quiere vender, y los bancos se aprovechan si tenemos la desgracia de tener una hipoteca hasta el punto de que cobran intereses de intereses en el momento en que deje de pagar... No es ya dación en pago, sino ni dación en pago ni dación en nada, porque los intereses generan a su vez intereses, lo que es totalmente usurero.

-¿Quien tiene la responsabilidad de que esto sea así?

-Hemos llegado a la conclusión de que si los ciudadanos estamos empobrecidos y en una situación en la que tanta gente se ve forzada a abandonar su casa, ¿por qué no pagan también los bancos? ¿No tienen ninguna culpa? Pues mire usted, el banco que sobrevaloró una casa hizo una estafa por darle más valor por la hipoteca y otra estafa son las preferentes... Estos bancos están recibiendo ayuda oficial y si hay algo que perder, que pierdan también ellos. ¿Por qué tiene que pagar quien no puede hacer frente a la hipoteca porque está en paro? ¡Que paguen también los bancos!

-Hay una nueva ley para favorecer la situación de los deudores...

-Tiene cosas interesantes. No llega a la dación en pago, pero tiene cosas interesantes, como decir que no se podrán valorar las casas por menos del 75% de su valor, y separar los tasadores de los bancos. Pero dudo que tenga una aplicación real, porque en España tenemos 17 parlamentos haciendo leyes. La Constitución pone claramente que se garantiza la propiedad y la herencia, pero en realidad no hay garantía alguna, no existe la propiedad. Los propietarios son los que tienen muchísimo dinero, la clase media ya no somos propietarios, y eso supone el declive de todo el sistema, lo mismo que ocurrió en Roma, la Edad Media y la Revolución Francesa.

-No es una perspectiva halagüeña...

-No es nada halagüeña. Estamos en un cambio de sistema y no sólo hay que hablar de la unidad de mercado, sino también de la unidad legislativa para que haya seguridad jurídica, con un solo Parlamento que haga las leyes y no 17, que no valen para nada. Ni con el ordenador puede hoy uno seguir la legislación que hay en este país.

-¿En qué puede fallar esta nueva ley?

-Una cosa es la ley y otra la aplicación de la ley, pero es que las necesidades son agobiantes. Hay que constituir un fondo social para que todos los desahuciados tengan un sitio donde refugiarse, pero, ¿cuánto se va a tardar en hacer esto?, ¿dónde están los fondos?, ¿por qué los bancos a los que se está ayudando con aportes financieros importantes no se implican también en la cuestión y atienden un poco al que lo necesita? Hace falta el llamado sentido social de la propiedad y lo que no se puede es prescindir de él, porque si no, se cargan la propiedad. Entonces, vienen la anarquía y las revoluciones y ahí, tabla rasa...






domingo, 30 de junio de 2013

¿Por qué votamos a políticos que solo miran por los intereses de los bancos?



La Troika ha impuesto una politica de guerra para salvarse ellos de sus quiebras de especulación y utilizan a los gobiernos, como dictaduras de control , opresión y terror para cargar a la ciudadanía con el costo de su crisis y obtener más beneficios. Una doble modalidad del poder delictivo de estafa y asalto que se esta llevando a cabo ante la ingenuidad y negligencia de la propia ciudadanía que en lugar de defenderse, apoya con su voto bobo las peores atrocidades politicas de todos los tiempos. Vivimos la Europa decapitada, sin soberania economica, donde la sociedad depende del big business inútil de especulación y extorsión, donde es obligada por decretazo a pagar las deudas de sus peores enemigos. Evolucion YA! Liberación del sistema politico y control legítimo de los poderes especuladores. Parlamento social de los sectores sociales reales y los movimientos organizados. Basta con la ficción politica que no responde a las bondades de la razón y amenaza la estabilidad de la especie y del planeta.
Permítaseme hablar de economía sin tener idea de esta disciplina. A fin de cuentas, la reciente historia parece confirmar que en esta ignorancia uno no está solo sino felizmente acompañado por muchos políticos y economistas ilustres. Mi atenuante consiste en que me limitaré a plantear preguntas sobre los bancos, sin aventurarme a proponer respuestas. Eso sí, he de confesarlo, con malas intenciones.
¿Por qué razón el Banco Central Europeo presta dinero a los bancos privados a un interés del 1% para que estos bancos vuelvan a prestarlo a los Estados a un interés de 5, 6 ó 7%? ¿El dinero del Banco Central Europeo no es acaso dinero público, es decir, nuestro? ¿Y en ese caso tiene sentido que nos lo prestemos a nosotros mismos dejándole el beneficio a los bancos privados? ¿No desmiente este hecho la repetida afirmación de que no se ha regalado dinero público a esos bancos? ¿Cuál es la razón por la cual no existe una banca pública que cumpla esa función? ¿Las nacionalizaciones parciales que se han hecho de bancos y cajas en quiebra serán definitivas o se volverán a privatizar una vez saneadas? ¿Un banco público sería necesariamente menos eficiente que uno privado? ¿No existe una sanidad pública, una enseñanza pública y un transporte público razonablemente eficientes? ¿Por qué no puede suceder lo mismo con la banca? ¿Por qué los ciudadanos no podemos confiar nuestros ahorros a un banco que sea propiedad de Estado, es decir, de todos? ¿Por qué los ciudadanos debemos avalar con nuestro propio dinero las deudas de bancos privados? ¿El desastre de las Cajas de Ahorros, cuya dirección se confió a políticos entre los cuales abundaban los incompetentes y corruptos, implica que cualquier banco público repetirá ese fracaso? ¿Si sumáramos los beneficios que obtienen los bancos aun en tiempos de crisis, qué importe obtendríamos? ¿Y si ese importe en lugar de destinarse en buena parte a la especulación se destinara a atender las necesidades más urgentes del país, como campañas contra el paro reactivando la economía? ¿Y a conceder créditos racionalmente seleccionados en función de su utilidad pública? ¿Por qué razón los informes acerca de los bancos nacionalizados se hacen ante una subcomisión del Congreso a puerta cerrada? ¿No podrían permitir esos posibles bancos públicos el acceso por internet a su contabilidad por parte cualquier ciudadano, con excepción de algunos datos reservados? ¿No sería este un medio de evitar en buena medida no solo la corrupción sino también la mala gestión de esos bancos? ¿Y, ya puestos, no podría extenderse esta publicidad a todos los organismos públicos, ahora que existen medios técnicos para hacerlo? ¿Por qué razón la Unión Europea (¿Alemania?) desconfía de la gestión económica de los gobiernos mientras confía en los bancos, que han tenido una importante participación en la crisis que padecemos? ¿Por qué la legislación europea exige igualdad de trato a la banca pública y privada, teniendo en cuenta que la primera estaría gestionada democráticamente y sus beneficios revertirían en la sociedad, mientras que la segunda dirige sus beneficios a accionistas que destinan buena parte de ellos a una especulación improductiva o a sus propios lujos personales? ¿Por qué las autoridades de la Unión Europea se niegan a considerar ilegítimas las operaciones financieras con sede en paraísos fiscales, algunos de ellos incluso miembros de la Unión? ¿Por qué cualquier operación comercial paga impuestos mientras que las operaciones financieras internacionales están exentas de ellos?
Uno de los recursos ideológicos más eficaces del actual sistema económico consiste en presentarlo como inmodificable, como resultado de leyes tan necesarias como las leyes naturales. Y convencernos de que esas leyes se justifican en complejas razones que solo están al alcance de unos pocos iniciados. Por supuesto que las respuestas a estas y otras preguntas similares no son sencillas y algunas de ellas quizás sean imposibles. Pero no hay que confundir la complejidad con un oscurantismo intencionado que pretende reducir al silencio y a la obediencia a la mayor parte de quienes protagonizan la vida económica. Y uno de los pocos resultados positivos de esta crisis consiste en que este fatalismo oscurantista se está poniendo en duda y que muchos ciudadanos están comprendiendo que tienen derecho a saber cuál es el destino de la riqueza que están creando con su trabajo.