miércoles, 13 de marzo de 2013

se tira la casa por la ventana, sí, pero la de la Barbie con sus muebles y todo.



Mientras España cada mes bate un nuevo récord de desempleo, especialmente entre los jóvenes, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy ha presentado un “plan de empleo juvenil” de 3.500 millones de euros para los próximos 4 años..El sendero recorrido esta lleno de mentiras, y el que viene lo mismo. Hay que ganar tiempo mientras Europa nos quita los garbanzos--------
Para acabar con el paro juvenil, habrían tenido más éxito implantando las becas Erasmus (con viaje sólo de ida y sin posibilidad de vuelta).
Los lideres sindicales si tuvieran un mínimo de vergüenza después de la foto deberian haber presentado su dimisión, seguro que Rajoy les encontraba acomodo en alguna "cosica". A lo mejor de investigadores.

Andaba muy preocupada Merkel con el paro juvenil en España y Rajoy, que otra cosa no pero atento es un rato, le sirvió uno ayer vuelta y vuelta, tirando a crudo, para que la institutriz mueva el bigote. La cosa se llama Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven y consta de 100 medidas, que es un número redondo y definitivo. Es su mayor acierto, ya que elaborar un plan que incluyera sólo 69 medidas, pongamos por caso, habría sido absurdo aunque el número tuviera su gracia.
El deslumbrante plan del Gobierno merece un primer comentario acerca de su dotación, que asciende a la formidable suma de 3.500 millones de euros en cuatro años, de los que un tercio serán aportados por la UE. Dicho más claramente, el Gobierno destinará cada año unos 580 millones para atajar el problema más grave de la economía española. Esta última cifra tampoco es exacta ya que el grueso de las medidas son bonificaciones de futuros contratos o reducciones en cuotas, además de un estupendo portal de Internet, que era lo que todos echábamos en falta. En definitiva, se tira la casa por la ventana, sí, pero la de la Barbie con sus muebles y todo.
El catálogo es de lectura obligada, especialmente si uno tiene un mal día y se quiere echar unas risas. Una de las iniciativas más hilarantes se encuadra en el paquete educativo. Dice así: “Contribuir al desarrollo de una investigación de calidad y con resultados transparentes enfocada al desarrollo económico y social del entorno, y a la cooperación con otras instituciones nacionales o internacionales para estimular un intercambio fluido con otras universidades, centros de investigación, centros de Formación Profesional (a través de pasarelas), empresas, etcétera”. ¿Quién no daría medio brazo por ver la cara de felicidad de esos investigadores que han visto cómo las partidas públicas en I+D+i se han recortado en un 30% desde que el PP llegó al poder?
Hay medidas concretas: “En el ámbito universitario fomentar el espíritu emprendedor y la innovación, así como promover las iniciativas de emprendimiento”. Muy concretas: “Seguir potenciando las fórmulas del empleo a tiempo parcial para quienes deseen compaginar su trabajo con sus estudios u otras actividades de formación o de índole personal”. Y concretísimas: “Hacer posible que los jóvenes que hayan concluido su formación tengan, cuanto antes, una primera experiencia profesional o continúen mejorando su cualificación en línea con lo establecido en la Garantía Juvenil”. Sin palabras.
A la presentación de este guión de ópera bufa acudieron los líderes sindicales de UGT y CCOO, que expresaron educadamente su rechazo pero que accedieron a hacerse la foto para que Rajoy pudiera enviársela a Merkel por el guasap, antes de que sea de pago. Dicen que es un gesto de buena voluntad para reanudar el diálogo social. Los 1.007.967 menores de 25 años inscritos en el INEM tienen motivos para la esperanza.

Ahora me explico por qué inauguraron una tiende que vende guillotinas en el barrio de Malasaña de Madrid....





Estás en el paro y un miércoles a mediodía te llega un mensaje al móvil enviado por el Servicio de Empleo: el jueves a las 13:45 tiene que presentarse a un curso formativo y a una posible oferta de trabajo en Aranjuez. Aranjuez, para alguien que vive en Madrid capital supone gastarse casi 10 euros en el tren, además de tener que caminar un buen rato desde la estación hasta el lugar donde se ofrece la formación. Si no acudes a la cita por cualquier motivo, sea porque no ves el sms, porque has perdido el móvil, te has quedado sin batería, o no puedes acudir con tan poco tiempo de antelación, en cualquier caso te arriesgas a perder la prestación de desempleo. El móvil aquí no sirve para comunicarse entre las personas, sino que, se utiliza a modo de pulsera carcelaria que controla y monitoriza a la población en desempleo, esperando cualquier fallo o imprevisto para ahorrar dinero anulando prestaciones. Es la versión postmoderna de las leyes de pobres y Casas de corrección en la Inglaterra del siglo XVI y XVII, cuando  los  vagabundos y desempleados eran marcados, condenados a la servidumbre, o corregidos en su actitud. Algo parecido argumenta la OCDE al proponer que España debe vincular los pagos de las prestaciones a los resultados en la búsqueda activa de empleo.
Una vez llegas al complejo donde te han citado, te encuentras sentada junto a decenas de personas más, la mayoría mujeres de distintos perfiles, muchas de ellas, con alto nivel formativo y conocimiento de lenguas; las entrevistas se van realizando a granel, grupos van saliendo, grupos van entrando. La oferta en cuestión es para trabajar de crupier en un casino de próxima apertura en Madrid que gestiona el casino de Aranjuez. Para ello, explican que previamente es necesario cursar una formación que comienza en marzo y finaliza en agosto, no pagada y que si no tienes suficientes meses de paro, difícilmente lo puedas hacer. El curso se postula como una oportunidad de futuro, como un favor que ofrece el casino por formarte en un sector tan pujante como es el del juego. Si aceptas, alrededor de 200 personas pasarán a realizar el curso teniendo que acudir durante 6 meses de lunes a viernes de 9 a 15h, gastando sólo en tren unos 540 euros –con abono-, o el equivalente en gasolina si se va en coche desde Madrid. El curso no garantiza la obtención de un puesto de trabajo y en el caso de conseguirlo, tampoco asegura que vaya a ser en el nuevo casino situado en la capital, por lo que es posible que finalmente haya que desplazarse definitivamente a la localidad de Aranjuez, a unos 50 kilómetros de Madrid.
En el mejor de los casos, una vez superado el curso satisfactoriamente y seleccionado posteriormente, esa persona tiene el gran privilegio de poder trabajar de crupier durante 6 meses de contrato cobrando 930 euros brutos dentro del horario de noche-madrugada. Las miradas cómplices se repiten entre las personas allí presentes, algunas optan por la risa colectiva evitando llorar, otras además, comparten frustraciones y rabia desorbitada ante la percepción de tanta injusticia y ninguneo generalizado, algunas en cambio, sufren una situación más desesperada y se ven forzados a tener que aceptar. La coyuntura hace de este insulto a la dignidad una oportunidad de lujo si nos ponemos en la piel de quien lleva 3 años en paro y tiene que mantener una familia. Así de tétrico es el chantaje que imponen los mismos que te hunden, pero que luego, se presentan como salvadores recibiendo CV en sus sedes. Situaciones como ésta son moneda corriente entre las vidas de precarios y parados, tanto, que a veces pasan desapercibidas, como una gota cayendo sobre otra que acaba de caer. Existe todo un amplio abanico de humillaciones, de chantajes cotidianos, que cuanto más se van agravando en el tiempo, menos importancia se les acaba dando porque desgraciadamente se  normalizan. Las élites que nunca sufren estas humillaciones y nunca están expuestas al precipicio social,   continuamente nos exhortan a adoptar posturas sumisas y asumir lo que hay como si la estafa de la crisis,  tuviera el mismo origen que el impacto de un meteorito.
La CEOE, esa casta empresarial que cuenta entre sus filas con personas tan modélicas como Díaz Ferrán o Arturo Fernández, o su actual presidente Joan Rosell y miembros del PP, llevan tiempo acusando a los parados por no aceptar trabajos, porque o bien se les paga menos que con la prestación o bien no les sale a cuenta considerando el desplazamiento, el sueldo u otros factores. A Laponia deberíamos ir si hace falta, nos dicen los mismos que se benefician de las amnistías fiscales, la desesperación y el miedo a la pobreza. Es el negocio redondo: si te cuesta encontrar empleo, cuando finalmente lo encuentras, si lo consigues, debes olvidarte de la palabra derecho. Jesús Herraiz, propietario del grupo empresarial Vinotium, busca perfiles de parados de larga duración porque así pensarán “más vale que me porte bien, más bien haga las cosas bien, para no volver a la situación en la que estaba”
En estas condiciones desaparece cualquier rasgo de democracia y autonomía en la toma de decisiones que afectan a nuestra vida individual y colectiva, puesto que, al estar parado se te considera un paria y si estás empleado eres un privilegiado que no puede quejarse y reivindicar ni siquiera lo que está legalmente establecido en el estatuto de los trabajadores, las sucesivas reformas laborales ya se encargan de eso. Todos somos potenciales parias, algunos más que otros, pero siempre compartiendo un nuevo escenario en el que va desapareciendo los medios colectivos que apoyan a quien tropieza, a quien corre menos, a quien necesita ayuda o simplemente a quien no quiere o no puede correr.
Mientras lo que importe no sea aquello que se  genera al tener empleo -cierta seguridad-, sino el hecho de generar empleo por sí mismo y bajar porcentajes, la vida quedará en un segundo plano y la servidumbre pasará al primero. Mientras se persista en pleno siglo XXI, en seguir imponiendo el empleo como la única vía de integración social sin tomar en consideración el reparto de la riqueza, el efecto embudo y el chantaje, continuarán siendo la palanca con la que una sociedad totalizada por la institución empresa, nos  impone a la mayoría el régimen de neo-servidumbre. Inmigrantes, emigrantes, asalariados, precarias, falsos autónomos, pequeños negocios, emperdedores, son el variado compendio de realidades  que expresa el proletariado postmoderno surgido del moribundo régimen salarial. La lucha del último contra el penúltimo y del penúltimo contra el último se hará más encarnizada si no se construyen vínculos sociales que soporten y aporten comunidad. Nuestras muchas y diferentes identidades han de converger en este aspecto crucial en aras de defender la vida contra la servidumbre.
Los gurús del nuevo capitalismo, sus áulicos, nos empujan a preguntarnos constantemente, ¿para qué servimos?  ¿Con qué competencias contamos para que nos consideren empleables? En otras palabras, ¿para qué somos siervos?, porque servir viene del latín servus (esclavo) y del verbo servire surgen palabras como servilleta, servidumbre o sirviente. Nos quieren convertir en una sociedad de siervos que mientras se ahoga entre el paro y la precariedad, agradezca como buenos súbditos, las buenas obras de los hombres de éxito y héroes como Amancio Ortega o Joan Roig. Salir del camino que nos conduce a la servidumbre  comienza cuando los que realmente producimos la riqueza y damos sentido a la vida, tenemos fuerza y le obligamos al 1% a escuchar la misma pregunta. ¿Y vosotros para qué servís, parásitos?



Los ladrones del XVII tenian más gracia que los actuales




No sé si uno de los personajes que interpreta el cómico José Mota imita a la realidad o la realidad ha acabado por imitar a uno de los personajes que interpreta el cómico José Mota. Algunos de los «sketches» del caricato manchego los protagoniza un tipo que hace daño al prójimo (qué sé yo: le roba el coche, le estafa, le incendia la casa?) y que, cuando se ve recriminado por su actitud, pone cara de palo y en absoluto niega el atropello infligido. Muy al contrario, lo admite sin rubor alguno y desconcierta a su víctima con una muletilla recurrente: «Te has dado cuenta tú también, ¿verdad?» Antes de que el otro reaccione por tan inesperada salida, nuestro hombre comienza un rosario de explicaciones justificativas disparatadas: que sí, que vale, que robó el coche, estafó, incendió la casa? pero que lo hizo, en el fondo, para beneficiar al dañado. Es, pues, un cara, un jeta, un sinvergüenza que tira la piedra y no sólo no esconde la mano sino que intenta hacer cómplice del desaguisado a quien no lo guisó y sí se lo hubo de comer. Basta abrir la prensa, encender la tele, poner la radio o consultar internet para toparnos con el interminable desfile hacia los juzgados de nuestra actual corte milagrera, muchos de cuyos componentes arrastran una cara tan culpable y un saco de cargos tan culpable que por mucho esfuerzo que pongan letrados en llamarlos presuntos o supuestos a nadie engañan aunque a todos pretendan engañar gracias a su cínico uso del lenguaje.

Pero son en su mayoría malos habladores y muy analfabetos. Apenas los sacas de los adverbios y locuciones de duda o de las condicionales elusivas: quizá o quizás, posiblemente, quién sabe, a lo mejor, a lo peor, es posible que, si hice, si dije, si me vieron, si incurrí? Se defienden con las negaciones: no, nunca, jamás, tampoco, nanay, nones, tururú, ni hablar, naranjas de la China? Como aquel magnífico personaje de la película «El secreto de sus ojos», el aire se les va en huir de la realidad: «Hay que negarlo todo, Expósito: yo no fui, yo no estuve». O, incluso, en mostrar santa y viva indignación, al igual que hiciera uno de los hermanos Izquierdo, durante el juicio que se les siguió por haber sembrado Puerto Hurraco de cadáveres y heridos, cuando se levantó muy molesto e interrumpió la vista para protestar porque «aquí se están diciendo cosas que no me gustan nada». Lo que ignoran por completo estos nuevos monipodios son los grupos adverbiales que afirman. No saben decir sí, verdaderamente, ciertamente, en efecto, desde luego? Ya sé que nadie está obligado a tirar piedras declarativas contra su propio tejado, ya lo sé. Pero echo mucho de menos la honestidad romántica de aquellos delincuentes antiguos de poca monta quienes, pillados con las manos en la masa, pedían un pitillo y confesaban pausados, serenos, veraces, que habían robado una gallina, porque «la jambre» era mucha.

Espero que estos mangutas y chorizos (sí, ya lo sé: presuntos mangutas, presuntos chorizos) lean en el trullo la aventura de los galeotes del «Quijote». Comprobarán dos cosas: que forman parte de una tradición (la de los ladrones) y que sus cofrades del XVII se explicaban con más gracia. El primero al que pregunta don Quijote por qué va condenado a galeras le responde que por «enamorado». El segundo, que por «músico y cantor». El tercero, que por faltarle diez ducados. El cuarto, que por «corredor de oreja». En seguida nos lo traduce Cervantes: iban galeotes, respectivamente, por caco (enamorado de lo ajeno), por chivato (había «cantado» en el tormento), por intento de soborno y por proxeneta. Es decir, ya que los bandidos públicos de hoy nos roban, estafan, timan y atropellan sabiéndose poco menos que impunes, por lo menos que se expliquen con donaire. Porque, claro, hay que ser un hombre de una pieza (y ellos no lo son: pobres maleantes demediados) para reconocer el delito y declarar, como el último de los galeotes, «castigo es de mi culpa». Un canalla no lo dirá jamás.