martes, 10 de abril de 2012

Toda España es ya Euro Vegas.



Hay un equívoco sobre el escándalo que provoca la pugna de Madrid y Cataluña por acoger Euro Vegas y es el argumento de que el juego es inmoral o que atraerá la prostitución, lo primero es opinable, lo segundo es como la lluvia en el océano. No, lo grave de la pretensión de implantar aquí esa franquicia es la exigencia de que se cambie la legislación laboral a su medida; que se hagan excepciones para permitir fumar en sus locales cuando en el resto del país se ha prohibido o que se les exima de pagar impuestos. No es solo como crear un paraíso fiscal al lado de nuestra casa, es como si diéramos varios pasos atrás desde una sociedad democrática a una feudal en la que hay una ley rigurosa para los plebeyos y otra amable para los señores. Tiene mucha guasa que quienes fomentan este retorno a la Edad Media se autodenominen liberales.
Sin embargo, nada de esto nos resulta ya chocante porque desde hace años se ha trabajado con esmero para convencernos de que buenas son tortas para tomarlas como el pan nuestro de cada día. Ciertamente en España desde hace décadas apenas pagan impuestos los asalariados y un escaso grupo de autónomos con principios; las grandes fortunas, las corporaciones y también buena parte de las empresas medianas evaden al fisco con mayor o menor suerte hasta haber hundido a la cuarta parte de nuestro PIB en la economía sumergida. La solución de Rajoy no ha sido luchar contra este fraude sino ofrecerles facilidades para blanquear su dinero a cambio de un mísero diezmo.
También cambiamos nuestras leyes --incluso nuestra Constitución-- y normas laborales a conveniencia de fuerzas externas que no han sido elegidas por las urnas; nuestra política económica no se planifica para el bienestar general sino para calmar a los mercados que son, en definitiva, un gran casino global. Toda España es ya Euro Vegas.

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