domingo, 8 de abril de 2012

¡Es la contabilidad, estúpido!


El papel de la auditoría en la crisis de deuda soberana que hoy afecta a Europa

Quería trasladarles una cuestión: ¿se ha hecho la evaluación crítica del papel de la contabilidad y la auditoría en la actual crisis del sector público? Las modernas técnicas de contabilidad pública se basan en normas internacionalmente aceptadas y en el uso del devengo en lugar del criterio de caja. Esto les trae el recuerdo de aquel aburrido debate de Borrell frente a Aznar, pero es muy importante. Permite cálculos correctos y comparaciones adecuadas -transparencia- e impide disimular algunos elementos complejos como los pasivos futuros o los compromisos de la Colaboración Público-Privada. Por ejemplo: una prejubilación -aun haciéndola bien- supone cambiar dinero de hoy por pagos futuros. Otra: vender los propios edificios para, a continuación, alquilarlos con opción de compra: se hace caja -hoy- a costa de sucesivos desembolsos. ¿Cómo se refleja esto en los Presupuestos? Mal.

Lo que sí sabemos ya es que una mala praxis contable -y auditora- permitió la crisis de deuda soberana que hoy afecta a Europa. No sólo de Grecia vive la crisis, ni sólo del maquillaje contable. A veces son «simples errores». Irlanda descubrió recientemente que su deuda real era inferior en 3.600 millones de euros (2,3% del PIB) por un error contable ¿Les parece extraño? Pues sepan que la disciplinada Alemania también «encontró» que había duplicado la deuda del conocido como «banco malo», por 55.500 millones de euros. Estos errores fueron celebrados con alborozo en los respectivos ministerios de Hacienda, pero no aliviaron demasiado: varias ciudades alemanas se enfrentan a enormes deudas derivadas del uso de ingeniería financiera.

La Federación Internacional de Expertos Contables (IFAC) emitió recientemente un documento pidiendo mayor transparencia en la gestión financiera del sector público, así como una mejor rendición de cuentas. En concreto, exigen a los gobiernos compromisos con varias reformas contables como la publicación de estados financieros auditados dentro de los seis meses siguientes a finalizar el ejercicio, la utilización de presupuestos sobre base del devengo -sólo cuatro países lo usan- y proporcionar una total transparencia financiera antes de las elecciones generales. Éstas sí que son ideas revolucionarias.

El asunto no es tan fácil como parece. Pocos gobiernos mantienen sus cuentas limpias en términos de auditoría, como bien sabe David M. Walker, ex contralor general de EE UU y director de la GAO -equivalente a nuestro Tribunal de Cuentas- desde 1998 a 2008. Walker elabora el índice de la «salud financiera mundial», que encabezan Australia y Nueva Zelanda. El Reino Unido ocupa un meritorio noveno puesto, España se encuentra en el 24, por delante de Alemania (el 25) y USA, que languidece en la posición 28, cerrando Grecia, en el lugar 34.

¿Cómo se obtiene ese ranking? Agregando tres componentes principales. Por una parte, midiendo los niveles actuales de deuda pública y considerado además el espacio fiscal que aún le queda. Por último, incorporando el grado de gobernanza presupuestaria, que incluye una valoración, en cada país, de la normativa financiera vigente.

En fin, nuestras instituciones presupuestarias -aunque mejorables- no parecen tener mucho que envidiar al resto de los estados occidentales. Los problemas parecen ser más o menos los mismos, de ahí que los mecanismos de reforma necesaria deban ser similares. Sin embargo, los cambios no impedirán que muchos ciudadanos veamos, a veces, lo que queremos ver, a pesar de la elocuencia de las cifras, como bien saben los magos que siempre hacen sus trucos junto a una chica con vestido ajustado.

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