lunes, 6 de mayo de 2013

Si el crecimiento se basa en la banca y las finanzas no creará empleo .




He leído que la presidenta del banco malo ha cobrado en su primer mes de trabajo casi 33.000 euros. Eso equivale a la paga de 20 funcionarios. ¿Cuántos directivos hay en la Administración que cobren esos sueldos?, ¿y por qué?
El argumento de que en la empresa privada se cobra más y, que si no se igualan los sueldos, los directivos no quieren trabajar en la empresa pública no me parece válido; que se vayan a la privada.
No creo que la Administración necesite fichar a esos ejecutivos estrella que ya hemos visto cómo han conducido el Banco de España, Bankia, o a las cajas de ahorros. Necesitamos administradores menos rutilantes y más eficientes. De este último tipo y por una décima parte del sueldo de esa señora, hay muchos en España. Y si luego se quieren ir a la empresa privada, no hay problema, que se vayan; eso sí, sin indemnización.
Tal vez, señora Aguirre, antes de adelgazar la Administración, como usted recomienda a Mariano Rajoy, deberíamos poner a dieta los sueldos de algunos administradores.—
P. ¿Tienen los Gobiernos que inyectar dinero público para reactivar la economía o no?
R. Los Gobiernos europeos han empeorado la situación, aplicando una política de austeridad en vez de estimular la economía. Pero si quieres inyectar dinero te has de preguntar cómo. Es muy diferente dar dinero a los bancos que construir carreteras o escuelas. Ahora es muy necesario promover el crecimiento. Ha sido necesario durante cinco años. Necesitamos una economía de crecimiento, pero también un ajuste hacia sectores que crean puestos de trabajo. Si el crecimiento se basa en la banca y las finanzas no creará empleo suficiente para resolver el problema del paro juvenil que tiene España.
P. ¿Por qué hay que salvar un banco, pero no una planta de automóviles?
R. Eso nos preguntamos todos. Los bancos fueron salvados por una combinación de buenas y malas razones. La buena es que están tan interconectados que la crisis habría sido mucho peor si no eran rescatados. Pero hay diferentes formas de salvarlos. Y la mala razón es que la gente que tomó la decisión de salvarlos era demasiado cercana a la élite bancaria e hizo cosas que beneficiaban a esa élite. La gran beneficiada del rescate ha sido la gente que tenía mucho dinero en los bancos, que estaba atada al régimen crediticio. Básicamente, hemos evitado que los tenedores de bonos tuvieran que aceptar recortes en sus beneficios. No hemos salvado realmente a la gente corriente.
En 2009, el Producto Interior Bruto (PIB) alemán sufrió una brutal caída del 5% que, sin embargo, no provocó un desastre acorde en el mercado laboral. La gran coalición (2005-2009) entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel y el partido socialdemócrata de Alemania (SPD)aprobó un ambicioso programa de subsidios a las empresas que evitaran despedir a la mano de obra sobrante. El llamado kurzarbeit supone la reducción total o parcial de las horas de trabajo para una parte de la plantilla de las empresas que lo soliciten por problemas económicos. La Agencia Federal de Empleo suple las pérdidas salariales (totales o parciales) en un 67% o 60%, según los trabajadores afectados tengan o no niños u otras personas a su cargo. El trabajador sigue en la nómina de la empresa y no cuenta en las estadísticas de paro.
En el año de la gran recesión, el período máximo para obtener estos subsidios se prolongó hasta los 24 meses. Con la recuperación fueron acortándose los plazos: en 2010, las empresas podían pedir el subsidio por 18 meses. En 2011, por 12 meses. En 2012 quedó en 6 meses. El fuerte enfriamiento económico de finales del año pasado llevó a la actual coalición de centroderecha a alargar el plazo hasta los 12 meses otra vez.
El número de empresas solicitantes también ha ido variando con los vaivenes económicos. En 2009 y 2010, el número de trabajadores afectados por la medida llegó a rondar el millón. Cayó hasta los 40.000 en 2012, pero el retroceso del PIB a finales del pasado año provocó un repunte drástico hasta los 106.000 de enero y los 102.000 de febrero.
Los sindicatos, la patronal y los principales partidos políticos apoyan estos subsidios como receta contra el paro. Las empresas se evitan perder trabajadores bien formados, experimentados y ya hechos a los procesos internos de la compañía. Los empleados se evitan el golpe del desempleo y el engorro de buscar trabajo en tiempos de problemas económicos. Los partidos evitan la alarma social y el descontento que provoca el aumento del paro.
Su principal pega es que el kurzarbeit solo vale para trabajos especializados con sueldos acordes a la productividad. No habría evitado la destrucción masiva de empleo provocada por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria española, porque la mayoría los puestos perdidos eran de escasa especialización. Las empresas afectadas pueden despedir a estos trabajadores sin un gran esfuerzo económico desde la reciente reforma laboral española y, en el caso aún lejano de que las cosas vayan mejor en el sector, contratar otros trabajadores con sueldos más bajos que los de los años del boom.


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