lunes, 28 de noviembre de 2011

No mezclarlo todo

Hace tiempo que Gijón dejó de ser una villa. Es una ciudad con todas las de la ley. Eso implica siempre algún grado de inseguridad, aunque la nuestra no figure entre las poblaciones más peligrosas. Sin embargo, los responsables del gobierno municipal cumplen su papel intentando atajar los conflictos relacionados con la movida nocturna. La policía también cumple con su trabajo, por más que aumentar las patrullas no sea la solución, como reconoce el inspector Fernández Valle en la entrevista de esta misma página. Él apuesta por crear una línea directa entre los hosteleros y la policía local, lo que podría ser una buena idea, a condición de que no se convierta a los hosteleros en gendarmes.
Un problema polimorfo debe afrontarse con detenimiento y escuchando a todos los implicados, incluyendo los colectivos juveniles. El primer paso es no mezclarlo todo. Botellón no equivale a violencia. Alcohol tampoco equivale a violencia. Por supuesto, juventud, alcohol y violencia no van siempre de la mano. El siguiente paso es identificar las causas profundas del asunto, que remiten a nuestros modelos de socialización y consumo. Ciertos conflictos también los alimenta la precariedad laboral, pero el vandalismo no es cosa de sectores marginados, como lo demuestran algunas fiestas universitarias en Somió.
En cuanto a las soluciones, las propuestas de ocio alternativo son apreciables, aunque pueden aislar el problema sin resolverlo de veras. Diseñado desde los poderes públicos, el ocio alternativo quizá sea percibido por los jóvenes como una especie de tutela, cuando lo de lo que se trata es de olvidar el corsé que impone la rutina semanal. Lo alternativo sólo funciona si se mama desde la infancia. Además, no podemos pedir a los jóvenes que sean responsables de sus actos y a la vez tratarlos como ovejas descarriadas a las cuales pastorear.

No hay comentarios:

Publicar un comentario