martes, 31 de enero de 2012

heliocentrismo ; La politica no es el centro del mundo


Curia financiera

31/01/2012 00:00 /
La Iglesia católica obligó en su día a Galileo a retractarse públicamente de sus teorías del heliocentrismo bajo severas amenazas. Sólo tardó 400 años en reconocer su error; y lo cierto es que tampoco es que el astrónomo pisano tuviera toda la razón, nadie cree ya que el Sol sea centro del universo; pero sostener, como hacía la curia, que lo era la Tierra era una sandez tan insostenible ante las evidencias que solo se explica por un dogmatismo fanático y gran afán por el control ideológico que permite, sobre todo, anclarse en el poder terrenal que es de lo que va este asunto.
Nuestra crisis general también tiene un origen dogmático, el de la creencia fantástica de que existe una mano invisible en los mercados que hace que se regulen por sí mismos. Es obvio que no, y que la codicia desmedida solo lleva a urdir un sistema de estafas contables que, al final, se derrumba como un castillo de naipes. Pero nuestra curia financiera no cede. Ahora pontifica, contra todos los telescopios, que la única salida son severos ajustes, purgas al sistema de protección social y derechos laborales.
La consecuencia, es evidente, ha resultado en la prolongación indefinida de la recesión, la congelación de la economía y el empobrecimiento generalizado. Sin estímulo no habrá crecimiento y, consecuentemente, no dejará de aumentar el paro. No tardarán, ni mucho menos, 400 años en reconocer su error. De hecho ya han empezado a girar este fin de semana pero ¿cuánto más tardarán en dar la vuelta completa? ¿cómo recuperaremos los cerebros fugados, los enfermos víctimas de recortes sanitarios, todo lo perdido en cenizas de las hogueras de su inquisición?
Solo hay un responsable de esta situación y se llama "la clase política". Una clase política que solamente es capaz de anteponar los intereses personales a los intereses generales. Una clase política incapaz de dialogar si eso no le supone un beneficio personal. Una clase política desvergonzada, con el único objetivo de ocupar una asiento en un lugar que no se merece aunque sea por 4 años (Tienen tiempo de asegurarse la jubilación). Una clase política, en fin, que no se merece el respeto de los votantes ni un céntimo de los impuestos de los ciudadanos

Fracaso absoluto, vacío de poder y un año perdido

31/01/2012 00:00
Complot, fracaso de castas políticas, la gota que colmó el vaso, chiringuitos sectarios, cortijos, poltronas…Hemos escuchado tantas veces estas disculpas que ya no resultan impactantes, pese a que salgan de la boca del todavía presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez-Cascos.
La decisión de anticipar las elecciones al 25 de marzo era un rumor a gritos al mediodía. A primera hora de la tarde sorprendía tanto movimiento en Presidencia con todos los consejeros y diputados entrando en el palacio de Suárez de la Riva. No había duda, Cascos claudicaba ante la imposibilidad de pactar los presupuestos y qué mejor manera que hacerlo que cargando contra los demás sin analizar sus propios defectos.
Han pasado apenas seis meses desde que el político gijonés accediera al poder regional. Seis meses de experimentos, anuncios, broncas, recortes y…otras elecciones. Para este viaje, se pensarán ustedes, no hacía falta tanta alforja, porque lo que menos necesitamos ahora es que se pare de nuevo el cronómetro de nuestra economía. La patronal y los sindicatos, citados por cierto ayer mismo para hablar del pacto social -que paradoja- no dan crédito porque temen que las consecuencias serán tremendas.
No por esperada, la noticia es menor. Hace unos días publicaba en este mismo rincón que la postura de Cascos podía conducir a este desenlace, pero que dudaba mucho de que el resultado fuera tan diferente como para perder el tiempo de nuevo. El límite de los 23 escaños es tan lejano que esta convocatoria apenas tiene otra lectura que una decisión personal de Cascos para enseñar las uñas ante los que pretenden decirle que la minoría tiene estas cosas. Ya no hay carácter transversal que valga. Sólo hay que escuchar a algunos de sus dirigentes locales cuando hablan de la izquierda. Todos se han quitado la careta y habrá que ver si hay pelea por estar en la lista y en qué puesto.
Esta situación es el fracaso de algo tan esencial en política como es el diálogo. Hemos perdido todos, los primeros, la ciudadanía, que observamos impasibles como la casta de la que habla Cascos no es capaz de ponerse de acuerdo. Aquí no hay términos medios. Es una pena que Asturias, en la brutal crisis que padecemos, tenga que sufrir otra parálisis que puede resultar mortal de necesidad. Quedan dos meses para las elecciones, una campaña que no será de guante blanco, y otras cuatro semanas más tarde, como mínimo, para que se forme el nuevo gobierno. Hemos perdido el año 2012 porque la derecha no ha querido hablar, le pese a quien le pese, ya que sus 26 diputados eran garantía suficiente para dar la estabilidad requerida. No hay presupuesto ni previsión de tenerlo aprobado hasta la mitad del presente ejercicio.
Un gobierno tiene que gobernar sea el periodo que sea y si la sociedad estuviera agrupada, debería reclamar responsabilidades por esta tomadura de pelo. No ha pasado ni un año y Asturias vuelve a las urnas, porque ni Foro ni PP han tenido ganas de acordar nada.
Ya no nos podemos tragar la estrategia del pacto entre socialistas y populares. Eso sí, hay que agradecer al presidente que tampoco le duelan prendas para dar el paso adelante aunque no sea la vía más acertada. Es urgente que aclare su futuro, como también lo es que lo hagan sus rivales en las urnas porque el tiempo de los reproches ya ha llegado.
Los socialistas tienen una oportunidad única para hacer un análisis de conciencia profundo. Javier Fernández debe encabezar la lista y la candidatura debe ser lo suficientemente atractiva como nueva. Si quieren dar la imagen de partido de gobierno, hay que empezar por enseñar cosas diferentes porque la experiencia del pasado 22 de mayo deja pocas dudas.
Algo similar tiene que hacer el PP. Isabel Pérez-Espinosa es una candidata de futuro, aunque tienen que decidir si es para este presente tan inmediato. Otra alternativa es Mercedes Fernández que asuma el papel frente a Cascos, confiando en que el tirón nacional de su organización le permita sin mucho desgaste obtener unos buenos resultados. Pero no podrá dejar de lado los recortes que el propio Rajoy ya anunció o las cifras de desempleo que siguen creciendo.
El que tiene el camino más avanzado es el propio Cascos porque tiene la maquinaria engrasada, pero hay que superar el descrédito de este fracaso, la sensación social de incapacidad y la rutina del déjà vu político, al margen de que esta decisión lleve su marca personal. El mensaje es muy perverso. Cascos sólo puede gobernar si tiene mayoría absoluta. El resto, lo hemos visto, implica un escenario similar de agitación. Y no olvidemos que su sello se asocia a los grandes descalabros de la política regional desde la ruptura del gobierno de Sergio Marqués en 1998 y la división de la derecha asturiana en enero de 2011. Los dos grandes conflictos lucen su nombre y ahora tendrá que enfrentarse a su historia para encontrar una respuesta a tanto choque personal. El vacío de poder es total. El año está perdido y la situación es imperdonable.

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