jueves, 28 de marzo de 2013

Cifuentes, como la gran audacia de Aznar, que arriesgó su propia vida invadiendo Irak mientras apoyaba los pies en la mesa de cristal de uno de los más sanguinarios presidentes de la historia de los EEUU.



Cuando el PP, sus dirigentes, se sienten acorralados (las acciones de la PAH les debe estar tocando mucho las narices) utilizan la estrategia del desprestigio, que luego sus mamporreros mediáticos se encargan de difundir. El objetivo de esas estrategias, que siempre son las mismas, es intentar despistar al ciudadano y enardecer a las basas más ultras del partido (los mismos que gritan, insultan y zarandean a políticos que no son de su cuerda).
Cuando se pasan de frenada y alguien les planta cara, como Ada Colau, demuestran de la pasta de la que están hechos estos peperos en el poder, de la pasta de la cobardía. Como se pudo escuchar ayer, cuando la rubia a la que se hace referencia , reculó de manera cobarde ante la amenaza de una demanda.
Yo diría que con ese dinero han parado el desahucio de algunas familias. Unas cuantas. Y en cualquier caso, intentar que 500 familias al día no se queden en la calle.

Aún estoy esperando que me diga el PP qué ha hecho con los 40.000 MILLONES de euros (aclaro, 10.000 veces más dinero) que les hemos prestado todos. O cuándo van a devolver al heraldo público los 32 millones que nos robó Bárcenas gracias a ellos. O que Ana Mato, profesión señora de alcalde por aquel momento, me explique cómo sus hijos tienen payasos en sus cumpleaños, cuando hay niños en España que no tienen ni fiestas de cumpleaños. Que me expliquen dónde está el "welfare aquí" y cómo la bajada de 0,0000000000.... puntos en la prima de riesgo mejora la situación e esos ciudadanos que tanto les importan.

Y ya puestos, que me expliquen algo. Aunque sea mal y de forma torpe como De Cospedal. Que ya hace dos meses que no me explican nada.

Nos acabamos de enterar por la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, de que Ada Colau y en general todos los de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca son de la ETA. Acabáramos. Cifuentes es el caso más claro que conozco de que, contraviniendo la clásica boutade machista, no todas las rubias son tontas. Yo, en mi cortedad, consideraba hasta hoy que la única similitud entre la ETA y la PAH es que ambas organizaciones solo presentan cierta reticencia a abandonar sus respectivas armas. Pero por eso yo no soy rubia ni delegada del Gobierno. Ni tampoco de la ETA. Al final la realidad acaba desvelándote las razones ocultas de estas cosas menudentes que te privan de ciertos cargos públicos o privados.
Los gobiernos, dirigentes y adláteres mediáticos del PP siempre han sido grandes maestros a la hora de desambiguarnos las percepciones equívocas. Sin ellos jamás hubiéramos sabido que Rubalcaba es el 11-M en persona, que Aznar es un gran estadista,  ni que Corinna no es Pepiño Blanco ni trinca de las gasolineras, sino de las petroleras.
La derecha española ha cambiado poco desde los tiempos de la conjura judeo-masónica. En los tiempos bonancibles del añorado Franco, nuestra derecha había venido desarrollando una impecable capacidad de etiquetado con los enemigos, fueran los citados judíos o la pertinaz sequía. Cifuentes lleva razón. Ada Colau debe de ser de la ETA, pues ni siquiera respeta su propio derecho constitucional a una vivienda digna. Una persona que ni siquiera respeta ese apartadito de la Constitución, es que no es ni demócrata ni es nada. Es de la ETA, lo dicho. Y a lo que aspira, en vez de a tener una vivienda digna, es a vivir de gratis en la cárcel con el dinero de todos los contribuyentes.
Cuando Cristina Cifuentes dice de Ada Colau que es de la ETA, no es comparable, por ejemplo, a que dijera yo aquí que a Cifuentes solo le falta dejarse bigote para escribir Mein Kampf  y ponerse a incinerar judíos o, en el caso concreto que nos ocupa, darle vuelta y vuelta en la barbacoa a un par de desahuciados. Si yo dijera eso, podría ser llevado ante los tribunales de nuestra independiente justicia y ser castigado a pagarle el tinte de rubia a la Cifuentes durante los próximos 30 años. Pero cuando se dicen verdades tan incontestables como la expresada por Cifuentes, de que Colau es simpatizante de la ETA, presenta tal cantidad de pruebas irrefutables que no ha lugar a la participación de la ciega.
Si yo dijera, otro ejemplo, que Cifuentes es una ignorante fascista que ha reprimido de manera salvaje el derecho a manifestación del pueblo, también incurriría en tremendo delito de infamias y perjuraciones, si tal palabra existiere, y merecería inmediato ingreso en la Gürtel y en sus nuevas oficinas.
Ítem más. Si asegurara aquí que Cifuentes es tonta del bote de tinte, no solo estaría menospreciando una inteligencia que debemos medir más en la escala de Ritcher que por la de Wessler, sino que me arriesgaría a infravalorar el inmarcesible honor de esta delicada musa del mamporro educativo, que tantos réditos intelectuales ha aportado a los diez millones de votantes de nuestro partido en el gobierno.
La valentía de Cifuentes a la hora de denunciar la filiación etarra no solo de Ada Colau, sino también de todos los miembros de la PAH, unicamente tiene parangón, en nuestro pasado reciente, conNos acabamos de enterar por la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, de que Ada Colau y en general todos los de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca son de la ETA. Acabáramos. Cifuentes es el caso más claro que conozco de que, contraviniendo la clásica boutade machista, no todas las rubias son tontas. Yo, en mi cortedad, consideraba hasta hoy que la única similitud entre la ETA y la PAH es que ambas organizaciones solo presentan cierta reticencia a abandonar sus respectivas armas. Pero por eso yo no soy rubia ni delegada del Gobierno. Ni tampoco de la ETA. Al final la realidad acaba desvelándote las razones ocultas de estas cosas menudentes que te privan de ciertos cargos públicos o privados.
Los gobiernos, dirigentes y adláteres mediáticos del PP siempre han sido grandes maestros a la hora de desambiguarnos las percepciones equívocas. Sin ellos jamás hubiéramos sabido que Rubalcaba es el 11-M en persona, que Aznar es un gran estadista,  ni que Corinna no es Pepiño Blanco ni trinca de las gasolineras, sino de las petroleras.
La derecha española ha cambiado poco desde los tiempos de la conjura judeo-masónica. En los tiempos bonancibles del añorado Franco, nuestra derecha había venido desarrollando una impecable capacidad de etiquetado con los enemigos, fueran los citados judíos o la pertinaz sequía. Cifuentes lleva razón. Ada Colau debe de ser de la ETA, pues ni siquiera respeta su propio derecho constitucional a una vivienda digna. Una persona que ni siquiera respeta ese apartadito de la Constitución, es que no es ni demócrata ni es nada. Es de la ETA, lo dicho. Y a lo que aspira, en vez de a tener una vivienda digna, es a vivir de gratis en la cárcel con el dinero de todos los contribuyentes.
Cuando Cristina Cifuentes dice de Ada Colau que es de la ETA, no es comparable, por ejemplo, a que dijera yo aquí que a Cifuentes solo le falta dejarse bigote para escribir Mein Kampf  y ponerse a incinerar judíos o, en el caso concreto que nos ocupa, darle vuelta y vuelta en la barbacoa a un par de desahuciados. Si yo dijera eso, podría ser llevado ante los tribunales de nuestra independiente justicia y ser castigado a pagarle el tinte de rubia a la Cifuentes durante los próximos 30 años. Pero cuando se dicen verdades tan incontestables como la expresada por Cifuentes, de que Colau es simpatizante de la ETA, presenta tal cantidad de pruebas irrefutables que no ha lugar a la participación de la ciega.
Si yo dijera, otro ejemplo, que Cifuentes es una ignorante fascista que ha reprimido de manera salvaje el derecho a manifestación del pueblo, también incurriría en tremendo delito de infamias y perjuraciones, si tal palabra existiere, y merecería inmediato ingreso en la Gürtel y en sus nuevas oficinas.
Ítem más. Si asegurara aquí que Cifuentes es tonta del bote de tinte, no solo estaría menospreciando una inteligencia que debemos medir más en la escala de Ritcher que por la de Wessler, sino que me arriesgaría a infravalorar el inmarcesible honor de esta delicada musa del mamporro educativo, que tantos réditos intelectuales ha aportado a los diez millones de votantes de nuestro partido en el gobierno.
La valentía de Cifuentes a la hora de denunciar la filiación etarra no solo de Ada Colau, sino también de todos los miembros de la PAH, unicamente tiene parangón, en nuestro pasado reciente, con la gran audacia de Aznar, que arriesgó su propia vida invadiendo Irak mientras apoyaba los pies en la mesa de cristal de uno de los más sanguinarios presidentes de la historia de los EEUU. Ahí se ve dónde hay cojones. Eso un tío sin arrojo no lo haría ni borracho.
La PAH debería ser rebautizada como Ada Ta Askatasuna tras estas esclarecedoras y bellas palabras de Cifuentes, que siempre dice verdades tan grandes como los puños de los policías que envía a machacar los labios del pueblo cada vez que el pueblo intenta abrir la boca en la calle para demandar sus imaginarios derechos. Para que después a alguien se le ocurra decir que las rubias sois tontas, Cris, o sea. No cejes, que’jpaña te necesita. Ahí se ve dónde hay cojones. Eso un tío sin arrojo no lo haría ni borracho.
La PAH debería ser rebautizada como Ada Ta Askatasuna tras estas esclarecedoras y bellas palabras de Cifuentes, que siempre dice verdades tan grandes como los puños de los policías que envía a machacar los labios del pueblo cada vez que el pueblo intenta abrir la boca en la calle para demandar sus imaginarios derechos. Para que después a alguien se le ocurra decir que las rubias sois tontas, Cris, o sea. No cejes, que’jpaña te necesita.

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