lunes, 31 de diciembre de 2012

Pues ya sabes donde tienes la tierra prometida...



No hay manera de encoger una ciudad

En Detroit, con 800.000 edificios vacíos, se han demolido rascacielos clásicos ¿Qué hacer cuando una urbe pierde gran parte de su población? El deterioro atrae a jóvenes creadores


21,4 crímenes por cada 1.000 habitantes en 2011, desempleo es oficialmente del 18,1% (aunque el índice real de paro alcanza el 50%) y un 36,2% de los residentes viven por debajo del nivel de la pobreza. Un 47% de la ciudadanía es, además, analfabeta. Dentro de poco en España tendremos zonas así

De megalópolis a jungla semiurbana, desde sus días de gloria automovilística, la ciudad de Detroit ha perdido el 63% de su población. El espacio geográfico sigue siendo el mismo: 359 kilómetros cuadrados que corren una suerte desigual. En algunos puntos, la naturaleza reclama lo que es suyo, y reforesta, salvaje, manzanas enteras. Hay en Detroit 800.000 estructuras vacías, la mayoría en estado ruinoso. Los esfuerzos de recuperación, privados y públicos, se concentran en algunas áreas reducidas, que se hacen atractivas para los residentes, afeando aún más los barrios depauperados. No hay un plan maestro. En la historia del urbanismo, mucho se ha escrito de ampliar centros urbanos, pero poco hay sobre el fenómeno del encogimiento de ciudades.
“Detroit no es hueso desnudo”, declara una pintada en un muro de la ciudad. 
Es una historia común en el Medio Oeste norteamericano, zona de fríos inviernos donde lo que en su día atrajo a los pobladores fue el auge de la industrialización. Así se expandieron Cincinnati, Cleveland y Pittsburgh. Del mismo modo cayeron después de la Segunda Guerra Mundial y la década de los cincuenta. Menos fábricas y menos oportunidades de trabajo conllevaron menos población. En Detroit, muchos empleados de las factorías de coches emigraron a acaudaladas localidades en las afueras. Se produjo, además, un éxodo blanco después de los disturbios negros de 1967, para cuya contención el presidente Lyndon B. Johnson llegó a movilizar al Ejército.
“En la reducción de ciudades no hay modelos exitosos en EE UU, en parte porque hemos sido muy lentos a la hora de admitir este desafío, y en parte porque un cambio sustancial llevará mucho tiempo en culminarse”, explica Shetty Sujata, profesora en el Departamento de Geografía y Planificación de la Universidad de Toledo, en el Estado de Ohio. “Siempre se habla de ofrecer incentivos a los ciudadanos para que se muden de áreas menos pobladas de una ciudad, a otras zonas con más densidad de habitantes, para ahorrar en los gastos de servicios municipales”. Esos intentos, sin embargo, han resultado por lo general fallidos. Los ciudadanos que quedan suelen resistirse a mudarse. Y la ley suele estar de su lado.
Un simbólico dólar es el precio común de una casa en determinadas zonas
En el pasado medio siglo no ha habido fondo que Detroit pudiera tocar. En el último censo, de 2010, se descubrió que la urbe había perdido aun otro 25% de la población en una sola década. No hay comparación posible en toda Norteamérica a esa despoblación, más allá de las masivas evacuaciones de ciudadanos en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina. En el censo estadounidense de 1950, la ciudad contaba con 1,89 millones de habitantes. Según el de 2010, residen entre sus límites municipales 706.585 personas.
“El descenso de la población en una ciudad presenta muchos desafíos”, explica Justin Hollander, profesor de Políticas Urbanas y Medioambientales de la Universidad de Tufts. “Cuando una ciudad deja de crecer, se generan graves problemas. El aparato gubernamental deja de estar equipado, no puede prestar servicios, porque la base de aquellos que pagan impuestos se reduce notablemente. La ciudad se convierte en un lugar menos apetecible para vivir”.

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